01 octubre 2015

Gira histórica del papa Francisco



La gira histórica del  Papa Francisco a Cuba y a las tres ciudades norteamericanas: Washington, Nueva York y Filadelfia, desde el 19 de Septiembre hasta el 27,  fue un acontecimiento religioso relevante por la implicación política que representa la apertura de las relaciones bilaterales entre los dos países, hecho posible por la mediación del Santo Padre  “a favor de la paz y el bienestar de los pueblos de toda América y como ejemplo de reconciliación para el mundo entero”.  Conceptos éstos de dimensión continental en un mundo azotado por las guerras, el hambre, la opresión política y el terrorismo, que obliga a millones de seres humanos a emigrar de sus lugares naturales en busca de un destino más seguro.

El partido demócrata de la gran potencia norteamericana, liderizado por el presidente  Barack Obama, en conversaciones con el Papa Francisco, consideraron la conveniencia de cooperar en la apertura democrática del régimen comunista que gobierna Cuba por más de medio siglo, sustentado por los hermanos Castro, quienes movidos por la preeminencia de esos dos grandes conductores de masas y por las dificultades económico sociales que afligen al pueblo cubano,  decidieron dar el paso fundamental  para que la isla recupere la libertad. De tal manera, que el discurso del Sumo Pontífice en la Plaza de la Revolución, al arribar a la Habana, fue un acto de esperanza redentora para los fieles,  que habían sido apartados de la Iglesia Católica por el materialismo ateo que durante muchos años mantuvo cerrados los templos, proscribiendo el culto religioso.

En Washington lo recibió el presidente Obama junto con su esposa Michelle, acompañados  por el vicepresidente Joe Biden y el expresidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, ambos católicos de ascendencia irlandesa. En Estados Unidos predominan los credos  protestantes, calculándose que hay unos 77 millones de católicos, de los cuales unos 30 millones son de ascendencia hispana, por lo que  un acto relevante  fue la canonización del  primer religioso hispano en tierra norteamericana, Fray Junípero Serra, reconociendo su labor de evangelización a las comunidades nativas. El tema de la inmigración fue uno de los puntos sobresalientes en los discursos del Sumo Pontífice, enfatizando en la importancia de la familia, al tiempo que recordó el arribo de miles de inmigrantes a la isla Elis, en los orígenes de Nueva York. Sin caer en provocaciones políticas, el Santo Padre expresó una opinión contraria a la mayoría republicana en campaña por la presidencia de la República.

La cobertura de los medios de comunicación fue completa, pudiendo ver al  Pontífice incluso desde la ventanilla del avión de Alitalia, cuando lo trasladaba de una ciudad a otra. Las multitudes emocionadas lo aclamaban a su paso en el  papamóvil en medio de fuertes medidas de seguridad y  en los lugares en donde pronunció discursos u homilías el entusiasmo se desbordó con aplausos, lágrimas y risas, a los que el Papa respondía con la sonrisa afable que lo caracteriza, acercándose a los niños, jóvenes y adultos para abrazarlos y bendecirlos.

Las reformas de la Iglesia Católica en cuanto a mayor apertura religiosa que rompa con los estrictos cánones del pasado, tratadas en los Consejos Ecuménicos del s. XX con el fin de acoger a otros credos de la  fe cristiana y de las otras dos religiones monoteístas, han encontrado eco en el Papa Francisco, Obispo de la Iglesia Universal.

Valencia, 01 de octubre de 2015

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