03 septiembre 1994

El prodigio de la aviación


Al Aeroclub Valencia en sus cincuenta años de actividad en pro de la aviación civil y comercial en nuestra ciudad y promotor de nuestro aeropuerto.

Visitar, otros países, conocer el resto del mundo, nuevas costumbres y modos de vida diferentes, ganarle tiempo al tiempo valiéndose de la velocidad incorporada a la tecnología son fines que el hombre ha perseguido con el desarrollo de la aviación, que comenzara a estudiar aquel genio del Renacimiento llamado Leonardo da Vinci al dibujar un aparato volador que utilizaba la fuerza de los brazos y piernas para hacer funcionar unas alas a través de un sistema de poleas y palancas. En los siglos posteriores el hombre no logró despegarse del suelo sino en vuelos muy cortos, valiéndose de los globos o planeadores llevados a merced del. viento.

Fue a comienzos de este siglo, en 1903, que los aviadores norteamericanos, los hermanos Wright, realizaron los primeros vuelos cortos en un aparato .más pesarlo que el aire, utilizando un aeroplano a motor. Posteriormente, otro aviador norteamericano, Charles Lindbergh, a. bordo de un monoplano realizó en 1927 la primera travesía sin escala sobre el Océano Atlántico, de Nueva York a Paris, en un vuelo de una duración de 33 horas y media. La fantasía había sido superada y el sueño de los hombres de igualarse a los pájaros se hizo realidad.

Las dos guerras mundiales aceleraron el desarrollo de la aviación, con lo que después de finalizados los conflictos bélicos, nuevos progresos y tecnología habían sido perfeccionados y los aviones turbohélices, turborreactores y jets revolucionaron el confort de los pasajeros que, a partir de los años 50 comenzaron a recorrer el mundo en un intercambio cultural sin precedentes, hasta el punto que trasladarse hoy día de un lugar a otro por avión es casi tan común como ir en automóvil. Los puentes aéreos en los que no se necesita reservación ni compra de boletos previa y los vuelos charter que hora tras hora parten desde los congestionados aeropuertos cargados de pasajeros en viajes de turismo, de negocios, de estudio o intercambio comercial o cultural confirman el incesante ir y venir de una humanidad que ya ha dejado de estar aislada para mezclarse con otros pueblos en la búsqueda de nuevos horizontes. La aviación, sin embargo, sigue siendo un medio inaccesible  para millones de personas, por lo costoso de su complicada tecnología y elevado consumo de combustible.

El avión, más que ningún otro medio de comunicación, ha logrado el prodigio de convertir a la tierra en una aldea global, haciendo posible la maravilla de poner al hombre en unas pocas horas en contacto con otras nacionalidades, idiomas, razas y sistemas, hasta el punto de llegar a un mundo internacionalizado, tal como lo vivimos hoy. Países y regiones que un siglo atrás eran lejanos, están hoy al alcance de pocas horas con tan sólo tener la posibilidad de abordar un avión. Este hecho le ha dado a la vida moderna una dimensión de extensión ilimitada, con el intercambio continuo de gentes, mercancías y conocimientos que ha facilitado el desarrollo de la aeronáutica.

Cómodamente sentados en butacas reciclables y atentamente servidos por amables azafatas, los pasajeros y el personal de tripulación entran en el espacio aéreo, en el cual la vista es espectacular y la visión panorámica se amplia a mediría que el avión gana altura, para penetrar la atmósfera cargada de nuevas presagios para los aventureros viajeros. Una vez alzado vuelo, el piloto tiene que estar atento al tablero de instrucciones que en una serie de esferas, botones e interruptores le indican la navegación aérea para conducir un vuelo seguro. En los pasajeros hay siempre una cierta aprensión que se calma una vez que el avión se nivela. Al fondo va quedando la tierra parcelada en los terrenos de sembradíos, trazada en los conglomerados urbanos en los que los edificios y las casas se van reduciendo a la escala de una maqueta arquitectónica, al paso que el avión asciende hasta tocar las nubes. Desde el aire la tierra suspende su rumor y los problemas quedan abajo minimizados, hasta parecer inexistentes, entrando los que alzan vuelo en otra dimensión.

Por sobre los 5.000 metros de altura el paisaje terrestre se des­vanece para dar lugar al aéreo, con el suelo abajo a manera de alfombra y las montañas cual faldones de espesura vegetal empinan sus picos más elevados, dejando que la vista desde el aire se deslice sobre sus accidentados relieves que pintan un paisaje de indescriptible belleza en que las nubes parecieran posarse con suavidad, impo­niendo su supremacía sobre un cielo que les pertenece. Al pasar sobre el mar, cielo y agua se confunden con tonalidades de azul que los distinguen. Es el prodigio de atravesar océanos a gran velocidad lo que ha hecho de la aviación el adelanto por excelencia del siglo XX.

Publicado en el Carabobeño el día 03-09-94