23 febrero 1995

Máscaras y Comparsas



Pasado la Navidad y el Año Nuevo, dos meses después es presenta el Carnaval como un enfermo agónico que trata de sobrevivir en un medio que sea le hace extraño, en la medida que la situación del pele es agudiza con una situación económica estrecha para la mayoría de los habitantes y con una inseguridad social de tal magnitud que ha hecho que el venezolano se torne desconfiado y poco dado a las manifestaciones populares que tienen la calla como escenario social.

Eliminado del calendario oficial de fiestas nacionales, declarado laborable en la Ley del Trebejo, lánguido en el entusiasmo colectivo que despertaba en épocas pesadas, el Carnaval las halla reducido a ciertas programaciones efectuadas por los organismos públicos que asignen presupuestos exiguos para celebrarlo, limitado a la publicidad que le hace el comercio para tratar de revivirlo a cualquier costa en su interés de vender más y a actos escalarse en los que los chiquillos se disfrazan para complacer el gusto de sus padres y maestros, puesto que sus manifestaciones han perdido la espontaneidad de otros tiempos.

Envueltos en el ajetreo de le vida moderna en que la prisa parece ser un factor fundamental, nos damos cuenta que se aproximan los carnavales cuando comenzamos a ver a los vendedores ambulantes caminando entre los carros con los cartelones aguijoneados de máscaras en las que se nos muestra el dulce semblante de la Bella Durmiente del Bosque, la inocente cara de Caperucita Roja y la simple sonrisa del ratón Mickey que nos transporta e un mundo de ilusiones congeladas en la expresión de los rostros de cartón o nos sumerge en la violencia de las caretas que representan figuras de diablos, animales feroces o monstruos creados por la literatura y la cinematografía. Una vez que desaparece la ficción de esos personajes fantásticos representados tras esas máscaras, nos situamos en la realidad y comenzamos a elaborar los planes para festejar esos días de asueto no obligado pero obligantes, puesto que la paralización del país es casi total en cuanto actividad laboral se refiere, produciéndose en cambio un desplazamiento de grandes proporciones de gentes hacia diferentes lugares dentro y fuera del país.

Días de ocio, de playa y de viajes de los que pueden escaparse de las ciudades, dejando que la calma vuelva a las calles en las que uno u otro desfile de comparsas y carrozas dan señales de la celebración. Fiesta popular por excelencia cuyos orígenes se remontan a las saturnales romanas que se festejaban en los tres días que preceden al Miércoles de Cenizas, dejando que el pueblo se lanzara hacia afuera a divertirse con bailes y mascaradas antes de comenzar el recogimiento de la Cuaresma. En Venezuela astas festividades se celebraron hasta los años sesenta con la vistosidad propia de une fiesta pagana enraizada en nuestra tradición cultural cristiana, con despliegue de dinero a imaginación en la elaboración de llamativos disfraces y carrozas y haciendo reír el pueblo al ritmo del baile de las negritas y mamarrachos que en los clubes sociales derrochaban humor y sana diversión.

Una parodia del Carnaval en un país empobrecido por la corrupción lo constituyen hoy las manifestaciones colectivas que a manera de comparsas protestan por los malos servicios públicos y la inseguridad. Los revoltosos que se disfrazan de encapuchados para atemorizar a la población quemando vehículos y propiedades. Los delincuentes que se venden la cara como si fuera un antifaz para disimular sus atracos y asesinatos a sangre fría. Las carrozas son los aparatosos vehículos de transporte público de los que se cuelgan los trabajadores agotados después de una larga faena laboral. Los pobres mendigos, vikinqos y locos que deambulan por las calles son los mamarrachos vestidos de andrajos y con caras transformadas por el hambre y la tristeza. En cuanto al Martes de Carnaval, la escasez de agua obliga a racionar su consumo puesta que en muchos barrios no hay ni para levarse las manos.

No se justifica que un país endeudado, con hospitales carentes de recursos por falta de dinero y de servidores públicos inconformes con los bajos salarios, gaste sumas millonarias en desfiles públicos que ya han perdido su vitalidad, llegando incluso algunas gobernaciones y alcaldías a dejar deudas pendientes con los organizadores de estas festividades, sabiendo de antemano que son costosas y que, si bien son hermosas y entretienen por un rato, duran muy poco tiempo, en tanto muchas obras permanentes de carácter colectiva queden pendientes por falta de asignación presupuestaria.

En cuanto e los operativos del Plan República para movilizar a esa gran masa de población que se desplace a diferentes sitios dentro y fuera del país, le cuestan e la Nación millones de bolívares y arrojan año tras año cifras de muertas y heridos en accidentes de tránsito, ahogados y lesionados en diversos sucesos.

E1 Carnaval es evasión de la realidad, alegría o tristeza según el disfraz que se elija, fiesta pagana que en tan sólo tres días nos engañe envolviéndonos en cotillones y serpentinas coloridas y ondulantes en lo efímero de lo que es una mera fantasía.

Publicado en El Carabobeño el 11-03-95

Publicado en El Siglo el 23-02-95

04 febrero 1995

Convenio fronterizo favorable



La información “Firmado Convenio Agropecuario para las Regiones Fronterizas” nos motivó a escribir este articulo, puesto que el referido convenio va a cubrir aspectos importantes de la vida nacional, como la son en primer lugar el de la protección de las fronteras, al comprometerse el Ejército, bajo un comodato de 30 años, a desarrollar varios programas agrícolas que requieren de largo plazo de producción, entre ellos ciertos cultivos de oleaginosas. Abunda la información diciendo que para llevar a ‑cabo el programa se utilizarán haciendas que han sido abandonadas por sus propietarios iniciales debido a la inseguridad en las zonas fronterizas, entre ellas el Zulia, Táchira, Apure, Amazonas y Bolívar. Poblar nuestras fronteras es uno de los pasos fundamentales que han de darse para rescatar la seguridad de esas áreas limítrofes que, en la medida en que permanezcan deshabitadas, serán pesto fácil de los intereses foráneos, entre ellos de nuestro principal vecino Colombia, cuyas autoridades‑no ponen mucho empeño en combatir la acción desalmada de la narco‑guerrilla que poco a poco ha ido invadiendo nuestra terri­torio, sembrando el pánico entre las habitantes de las zonas más despo­bladas, sorprendiéndolos en su indefensión para protegerse de individuos que portan armas de guerra y van dispuestos a matar y a despojar de sus bienes a todo aquel que se les interponga en sus ansias de des­truir un modo de vida para suplantarlo por quién sabe qué oscuros pro­pósitos desestabilizadores de la soberanía nacional.

Fincas que suministraban productos del campo, tanto agrícolas como pecuarios, produciendo riqueza y trabajo a los sectores rurales han tenido que ser entregadas en pago por los antiguos dueño al Fondo de Crédito Agropecuario, o simplemente ser abandonadas, al acentuarse las pérdidas ocasionadas por la continua zozobra que causan los actos vandálicos de los guerrilleros. Es por eso que la presencia de nuestras Fuerzas Armadas, bajo esta forma de comodato, reforzará le vigilancia necesaria para el cuido de nuestras fronteras.

El segundo aspecto importante de la información es el que sean el ministerio de Agricultura y Cría y el Fondo de Crédito Agropecuario los entes promotores del convenio, en conjunto con al ministerio de la Defensa, puesta que la materia agropecuaria ha sido relegada en nuestro país desde el punto de vista de políticas gubernamentales, dándosele prioridad al sector minero con el que se forman asociaciones privadas, mixtas y transnacionales para explotar las riquezas del subsuelo. La Venezuela agrícola de principios de siglo sucumbió a la riqueza petrolera y el oro, el hierro y el diamante suplantaron al café y al cacao en los rubros económicos que manejó la República como fuentes para enriquecer el Tesoro. De ser un plan exportador de alimentos pasamos a ser importadores de gran parte da lo que comemos, lo que ha generado en alto costo de los alimentos, escasez, hambre, abandono del campo y fuga de divisas. Cualquier observador de la actualidad nacional habrá notado que, apenas se presenta un conflicto con el sector agropecuario, el gobierno lo soluciona dejando a éste de un lado y amenazando con traer alimentos de afuera, sin sentarse a concertar con los empresarios del campo ni a encarar los problemas a largo plazo. Es por eso que hasta las caraotas negras que consumimos vienen de Chile o de Colombia y hay una escasez de leche tal que pare cubrirla se han nombrado comisiones en viaje el extranjero, aflojando las divisas a granel, en tanto nuestra producción lechera languidece por falta de apoyo gubernamental. La fertilidad de nuestras tierras y el ambiente favorable propiciado por un clima benigno y condiciones meteorológicas apropiadas para la agricultura, unido a grandes extensiones de suelo deshabitadas y con un población rural marginada de los planes de desarrolla deberían ser objeto da un revisión profunda por parte del Estado, para facilitar el autoabastecimiento alimentario da nuestro pueblo, di que cada día la buena nutrición se le hace más difícil por sus elevados castos.

El tercer aspecto favorable del convenio seria el de la capacitación de nuestros jóvenes que realizan el servicio militar obligatorio en el medio rural, lo cual facilitará la formación de mano de obra calificada para las labores agropecuarias, a la que se incorporarán también campesinos de las zonas en las que el programa se lleve a efecto. En este sentido cabe destacar la importancia que tendría este tipo de preparación técnica para tantos reservistas venezolanos, formados en la aceptación de que le tierra ofrece sus frutos a aquellos que la saben arar y que el campo nos enseña lecciones de humildad ente las fuerzas de la Madre Naturaleza, de paciencia para saber esperar los buenos tiempos y de sabiduría en la presencia de los gérmenes que brotan del suelo para dar sustento al hombre.

Son tres aspectos importantes: vigilancia y poblamiento de nuestras fronteras, apoyo a la productividad del campo para el auto abastecimiento alimentario y capacitación técnica para mano de obra calificada en estas tareas a miles de jóvenes venezolanos.

Publicado en El Carabobeño el  04-02-95