Ante la mirada indiferente de la ciudadanía y con tan sólo unas cuantas voces de alarma que se levantan de cuando en cuando para alertar sobre la progresiva destrucción del centro de Valencia, alza su voz el periodista Alfredo Fermín, a través de su columna Hoy y Después en Valencia, para denunciar cómo han ido socavando las bases de las antiguas casonas, desde adentro hacia afuera para que no se vea la demolición sino cuando ya esté hecho, dejándolas reducidas sólo a escombros y al terreno, para construir en ellos locales o centros comerciales tal como ha sucedido en gran parte del centro de la ciudad.
Ante esta situación, la gente no dice nada, nadie protesta, clama preocupado Fermín y le contesta el amigo Carlos Cruz en defensa de las instituciones que luchan por la ciudad. Sumándome a estas dos opiniones, que estoy segura serán también compartidas por muchos, creo que ambos columnistas tienen razón en abordar esta materia, puesto que la destrucción que se le está haciendo al casco central de Valencia debe ser objeto de revisión por parte de todos los que manifestamos querer y respetar su tradición.
Si tomamos en cuenta que el centro de la ciudad representa su origen, a partir del cual nació y se fue formando, según palabras de ese otro gran cronista que es Oswaldo Feo Caballero en su libro “Crónicas Valencianas“: “Como tablero de demás se va trazando el pueblo. Los ranchos de bahareque van cediendo el sitio a las casonas de estilo andaluz con sus amplios patios rodeados de espaciosos corredores que dan ,acceso a las habitaciones de sus dueños“. Y sigue diciendo: “En torno cae la Plaza Mayor surge la Casa del Cabildo, la Iglesia y las viviendas de sus más ilustres pobladores”.
El estilo de casa y el trazado de las calles que representa nuestro pasado colonial español no volverá a repetirse, puesto que el hecho social que le dio origen fue único en su momento histórico, por lo que constituyen un. patrimonio cultural de un valor irrecuperable, si se llegare a perder. Esto es fácilmente comprobable cuando vemos la ciudad desde otros ángulos que no son el centro y nos damos cuenta que es distinta la arquitectura de las casas, las calles son más amplias y la configuración de las cuadras es diferente o, para decirlo en otros términos, es más moderna.
Muchas han sido las casas que han sido derribadas en e1 centro de la ciudad e incluso se cometió la barbaridad de tumbar la sede del Ayuntamiento en la Plaza Bolívar, así como se destruyó el viejo Mercado Principal a una cuadra de la Plaza. El terreno en donde estaba el antiguo Cine Tropical quedó convertido en un estacionamiento descampado y, al leer los libros de nuestros cronistas, vemos cómo muchas de las tiendas de hoy eran antes hermosas casonas que albergaban a honorables familias valencianas. Esta situación ha traído como consecuencia que la ciudad ha ido perdiendo su identidad, convirtiéndose en una urbe sin pasado y esto es grave para las futuras generaciones puesto que, de seguir acabando con nuestro patrimonio, nuestros hijos van a quedarse sin historia que contar.
Y, si tomamos en cuenta que Valencia fue dos veces capital de la República, cuando se reunieron en esta capital los Congresos de 1812 y de 1830 y que fue en nuestro suelo que se selló la independencia do Venezuela, vemos que sí tenemos un puesto importante en la historia patria y que Valencia es una ciudad de raigambre histórica, con antiguas casonas que atestiguan su pasado, como lo son la Casa Páez, la Casa Celis y la Casa de la Estrella, pero que, si continuamos permitiendo el ritmo actual de destrucción del casco colonial, van a quedar aisladas entre el montón de locales comerciales que han ido invadiendo el centro de la ciudad, haciéndolo ver más como un mercado persa que como una antigua zona colonial.
Hacemos con estas líneas un llamado al Alcalde de Valencia, Sr. Paco Cabrera y a los Concejales que nos representan para que redacten y aprueben una Ordenanza que proteja el casco histórico de Violencia, congelando los terrenos en unas cinco cuadras hacia los cuatro puntos cardinales a partir de la Plaza Bolívar. Si es importante el problema de los buhoneros, que han invadido el centro ele la ciudad con el comercio informal y hay que reglamentario, el deterioro y progresiva destrucción de la ciudad vieja lo os más todavía y podríamos incluso afirmar que uno es consecuencia de lo otro, puesto que en medio del desorden de la falta de autoridad prosperan todas las formas de atropello.
Publicado en El Carabobeño el día 6-09-96