08 julio 1997

Flor Gornés y Gallegos




Flor Gornés y Gallegos representa lo más genuino de la cultura carabobeña en las letras, en la música, en las bellas artes. Sutil como la fragancia de las flores, su porte es tan delicado como lo es su persona, de apariencia frágil y firme voluntad. Como las espigas que desprenden los granos fecundantes, Flor riega las semillas que germinan en versos y notas musicales inspiradoras de la fantasía. Valenciana nata de raigambre afincada en este suelo, nos dice que desde pequeña sintió la atracción por el arte, hasta el punto que se inscribió muy joven en el Ateneo y fue tal su entusiasmo con la institución, que llegó a ser Presidenta en el año 1956, sucediendo en el cargo a Gloria Escalona de Aguilem. Durante su gestión se realizó la primera exposición retrospectiva del pintor Antonio Herrera Toro y Luis Guevara Moreno obtuvo el Premio Michelena con la obra “Vencedoras”. Al referirse a su administración, nos comenta con orgullo que entrego el Ateneo sin déficit, con Bs. 5.OOO,oo en caja, que para la época fue un récord.



En la quietud de su casa conversamos agradablemente. Ella me muestra las carpetas que guarda con recortes de prensa, fotografías a informaciones en las que aparecen tantos personajes inolvidables de la Valencia de ayer y de hoy, compañeros de juntas directivas en la Asociación de Escritores, de la cual fue fundadora y presidenta, Secretaria de la Asociación Amigos de la Música, fundada por ese gran melómano, hoy desaparecido, que fue Werner Lange, en la Asociación de Autores y Compositores, en la Sociedad Bolivariana, en el Ateneo de Valencia y en tantas otras agrupaciones cívico‑culturales a las que ha pertenecido, colaborando con desprendimiento en su progreso. Solo una persona muy ordenada, como ella misma dice ser, puede cuidar tan celosamente esos álbumes de los sucesos mas gratos, los que dejaron los surcos por los que transitaron  notables valencianos: José Rafael Pocaterra, Luis Taborda, María Clemencia Camarán, Alfredo Celis Pérez, Rafael Saturno Guerra, Felipe Herrera Vial, Manuel Feo La Cruz, Enrique Tejera, Luis Blanco Gásperi, Margot Ramírez Travieso, Lita Guerra y tantos otros más que surgen de las páginas de esas carpetas de Flor, haciéndome pensar que ella rescato para la historia valenciana un trozo muy querido. Al igual que los ensayos, intervenciones y charlas de su libro “Pensamiento Vivo”, eso también es crónica viviente extraída con el más puro sentir regionalista.

Le pregunto que diferencia nota entre la Valencia de años atrás y la actual y me contesta que antes había más familiaridad, todos se conocían y la sociabilidad fluía de forma natural, había también tiempo para todo, hasta para poner en orden las carpetas. Hoy es una permanente carrera contra el tiempo. La industrialización de la ciudad acabo con el estilo de vida familiar de antes, al llegar gente de otras partes y aumentar la población. La actividad cultural de la ciudad ha cambiado también, aunque es preciso reconocer que continua siendo variada y frecuente. Asiste a menudo a los conciertos, exposiciones de pintura, foros y coloquios literarios en el Ateneo, el Teatro Municipal, la Casa Páez, el Centro de Historia y la Galería Universitaria, atenta siempre a todas esas manifestaciones que reclaman un publico selecto, conocedora del lenguaje de las antes, iniciada en el estudio de los signos, los colores y las notas musicales. Ha publicado libros de Poesía y de Prosa y ha sido colaboradora de El Carabobeño con su columna “Voces de la Valencianidad”.

La música ha sido su pasión favorita. Desde jovencita estudio bandolín y piano y más tarde teoría, Armonía y Composición con el profesor Julio Bando. En total sus estudios de música fueron 15 años egresando de la Escuela “Sebastián Echeverria Lozano”, para más tarde ser profesora de Teoría de la Música en esa misma escuela y en la de Folklore “Benito Galanaga’ enseñó Teoría, Solfeo y Canto por muchos años, hasta el punto que con motivo de su jubilación y del 33 Aniversario de esa Escuela, le dieron su nombre a la Cátedra de Teoría y Solfeo. Formó parte de la Asociación del Bel Canto que se Am& en Valencia en los años sesenta, interpretando arias de opera en diferentes escenarios. Fue también integrante del Odeón Valencia, dirigido por el profesor Bando, el cual llegó a ser el primero de Venezuela, con actuaciones en todo el país, de las que recuerda particularmente la primera interpretación nacional del Requiem de Mozart. Estuvo igualmente en el Coro de los Madrigalistas de Valencia y en el Orfeón Universitario. Actualmente Flor es dama salesiana y continúa siendo pura espiritualidad, llena de altos ideales y de vocación artística. El mundo de la cultura ha llenado su vida de tal manera que no vacila en decir que, si volviera a nacer, le gustaría hacer la misma vida, solo con un poco más de experiencia.

Pienso que Valencia ha ganado mucho con la siembra de esas semillas que Flor ha desgranado de su más profundo sentir carabobeño.

Publicado en El Carabobeño el 8/07/97

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