02 septiembre 2002

Información, entretenimiento y violencia en la TV


Mientras jugaba una partida de cartas durante unas cortas vacaciones en una isla del Caribe, la TV por cable transmitió la noticia del secuestro de una joven en el estado Táchira, para canjearla por una suma millonaria en dólares, tan alta que es casi imposible de pagar, por lo que los padres y familiares de la joven temen por su vida. La noticia, en un primer instante, me consterno haciendo que interrumpiera el juego momentáneamente. Al oír repetir la información, caí en cuenta que habían transcurrido ya dos meses desde el secuestro y, por lo tanto, el suceso no era nada nuevo.

El caso, sin embargo, aunque frecuente hoy en día, me hizo reflexionar sobre la situación de violencia que estamos viviendo en la sociedad actual, amplificada por los medios de comunicación de masas que, de manera insistente, repiten las noticias para que el publico este informado. La intromisión de la TV en nuestras vidas es tal que no podemos ya sustraernos de cuanto acontece en el mundo y mucho menos en nuestro país. Debido a la resonancia que producen los aparatos de TV, que están encendidos en cuanto lugar publico visitemos, así como en los hogares, los hechos noticiosos ya no son sucesos lejanos que no nos afectan. Por el contrario, producen diversas reacciones en nuestras emociones, unas veces de temor, ansiedad o compasión.

Son tan temibles las amenazas terroristas que penden sobre el mundo, llámense “guerra santa”, guerrilla o narcotráfico, que producen en nosotros un estado de zozobra. Los desastres naturales, como los mas recientes de los ríos Danubio y Elba en Europa central, o las ultimas inundaciones en el estado Apure, transmitidas con todos los detalles de las perdidas materiales y de los damnificados, no pudieron menos que conmovernos. El desplome espectacular de las Torres Gemelas de Nueva Cork, el 11 de septiembre pasado, tuvo un efecto impresionante en el publico que presencio el atentado en el instante en que ocurrió. El video sobre la fabricación de armas químicas por parte de la red de Al-Qaeda, transmitido en días pasados por CNN, es una amenaza tan real como la podemos ver en las pantallas de la televisión. Los venezolanos vimos caer a los muertos y heridos del 11 de abril a manos de pistoleros iracundos del gobierno revolucionario que actualmente esta en el poder. Lo paradójico esta en que la atención muy pronto se dispersa, logrando evadir una realidad que se muestra separada de nuestro propio ser. 0la repetición sucesiva de los noticieros produce en los televidentes una exaltación anímica, mezcla de estupor y de curiosidad.

De lo inquietante pasamos a lo entretenido con tan solo pulsar el control remoto. Risas, concursos, actores famosos y toda clase de shows festivos, grabados incesantemente para divertir a un publico anónimo que esta en sintonía con los programas que transmite la pantalla chica. En la comodidad de nuestros asientos, cambiamos de un canal a otro como quien recorre variados escenarios, pasando de lo banal a lo serio, de lo cómico a lo trágico. Con tan solo una pulsación de la mano, las imágenes son otras, tantas como las estaciones que sintonice el equipo de televisión que esta frente a nosotros. Vemos películas cargadas de violencia, comedias y series, así como los noticieros en los que pareciera que lo unico que pasa en el mundo es siempre malo. Publicidad atosigante que procura por todos los medios atraer la atención de potenciales consumidores.

Programas de entrevistas en los que se plantean la diversas opiniones del gobierno y de la oposición y se presentan las situaciones de las comunidades.

Gracias a la televisión, podemos participar de la discusión de los asuntos de interés colectivo, entrando en los espacios públicos a través de las imágenes que vemos mover y hablar. Ya nos es imposible sustraernos a la realidad del mundo que nos circunda. La transmisión en vivo de los programas, por vía directa, tal como un partido deportivo o un evento artístico, es uno de los mas grandes logros tecnológicos del siglo pasado, del que a partir de entonces se esta beneficiando gran parte de la humanidad. La pantalla chica ha llegado a ser, sin lugar a dudas, una conexión con el mundo exterior de la que ya nos resulta imposible desligarnos. Es una ventana que se nos abre con múltiples visiones y un ruido de voces y sonidos que han alterado, irremediablemente, la tranquilidad de los hogares, el silencio de los espacios interiores y el sosiego de los espíritus.

Las ondas eléctricas tuvieron el poder de acercar a los habitantes de la tierra, cuantificado en grandes masas de gente que reciben los mismos mensajes, como ningún otro adelanto tecnológico lo ha hecho. Es la magia de lo que se puede ver pero no se puede tocar, de lo que pareciendo que esta al alcance de nuestras manos, mantiene la distancia y logra el milagro de la comunicación, de la información y el entretenimiento. Nunca antes la comedia humana había gozado de tanta expansión, ni mucho menos la violencia sirvió como diversión, vista así desde lejos, tras las pantallas de la televisión.

Publicado en el Carabobeño el 02-09-2002