23 abril 2005

La modernización de Valencia



En sus 450 años de fundada, la historia de Valencia está aún por escribirse. Ciudad preclara en el nacimiento de la República, es reconocida nacionalmente por su zona industrial que se formó en los albores de la democracia, cuando las sucesivas directivas del concejo municipal de la década de los 60 pusieron todo el empeño por sustentar las bases del desarrollo empresarial que, desde principios del siglo pasado, ya comenzaba a fortalecerse.

Ese auge industrial fue paralelo a un crecimiento demográfico intenso, al expandirse la oferta de puestos de trabajo para ocupar los innumerables cargos de las fábricas establecidas en la zona. Se hizo urgente el pronto incremento urbanístico, cónsono con la modernidad, para estar a la altura de los nuevos tiempos. Es en esta etapa de la historia reciente de Valencia que juega un papel importantísimo el empresario carabobeño Alfredo López Capriles, puesto que se debe a él la construcción de algunas de las principales urbanizaciones de esta ciudad, tales como Prebo, Los Nísperos, Terrazas de Los Nísperos, El Bosque, El Morro I y el Morro II, y la Urb. Comercial e Industrial Castillito, en San Diego, así como el Big Low Center, entre otras.

Para conocer de viva voz algo de todos esos desarrollos urbanísticos, convencida de que la mejor historia es la que narra el propio protagonista y que es tan importante en esta fecha aniversaria ahondar más en las realizaciones de quienes han hecho de esta hermosa urbe valenciana un lugar tan atrayente para propios y extraños, le pedí que me contara personalmente, de una manera muy sucinta, cómo contribuyó él con el nuevo urbanismo de Valencia. Sin alardear y sólo por mi insistencia en refrescar la historia reciente en un aspecto tan fundamental, se prestó a la conversación, dejando a un lado momentáneamente su apretada agenda de trabajo.

Es indudable que la base del progreso industrial y demográfico de Valencia se debe en parte a su excelente ubicación geográfica, cerca de la capital de la República y de Puerto Cabello, con una red de comunicaciones que facilita la entrada hacia los estados del interior y abundantes recursos naturales, como los que provee el Lago de Valencia y sus afluentes. Favorecieron también ese progreso el haberse asentado aquí desde hace más de un siglo algunas familias con acentuada vocación empresarial, tales como los Stelling, que hicieron posible la instalación de la electricidad, siendo Valencia la primera ciudad de América Latina en tener ese servicio, los Branger, los Degwitz y un señor llamado Francisco de Sales Pérez, iniciadores unos y otros del transporte público, los telares, las fábricas de aceite, tenerías y variadas manufacturas.

Lo que le ha dado a Valencia impulso industrial ha sido la iniciativa privada. Aquí nació Fedecámaras en la década de los años ‘40, -nos dice nuestro interlocutor. Mi padre, Temístocles López, fue fundador y primer presidente de la Unión de Industriales de Valencia, de cuyo seno nació la Federación de Cámaras y Comercio, dando origen a Fedecámaras. Más adelante, en los años ‘60, la creación de Funval como organismo municipal, pero con la libertad de hacer negocios y el Concejo Municipal al trazar la Zona Industrial aplicaron una política de exoneración de impuestos e incentivos económicos a las empresas nacionales y extranjeras que se instalaran aquí.

Al caer Pérez Jiménez se produjo un marasmo económico que duró unos 10 años. La moneda se devaluó y se produjeron desórdenes tipo invasiones. Es cuando le invaden los terrenos en los que se encontraba la Tenería López, Miller y Cía. que él decide urbanizar, dando entonces nacimiento a la Urb. Los Nísperos, Ahí siguió con Terrazas de Los Nísperos y luego con Prebo, en terrenos que eran de los López Capriles y de los Stelling. Esta urbanización tuvo mucho éxito, porque era la época del petróleo caro, a 35 dólares el barril, por lo que había dinero en la población

y se vendió sobre plano, con capital privado, sin mucho crédito bancario. Construyó el parque de Prebo, en donde está hoy la Galería Braulio Salazar, contratando a 2 arquitectos paisajistas brasileños de fama mundial, Stoddard y Tabora, para que lo diseñaran.

Después de Prebo, compró los terrenos de El Bosque y los desarrolló. Más adelante, le compró al Banco Consolidado los terrenos de San Diego, que para entonces era un valle bucólico. Desarrolló el Morro I y el Morro II, donde se construyeron 2.000 viviendas amplias y cómodas, de 110 mts, e hizo todo el urbanismo. A partir de ahí se interesaron otros urbanistas y desarrollaron La Esmeralda y él desarrolló Yuma y construyó unas 300 casas y el colector marginal de cloacas, planteándole al INOS que hiciera el acueducto y el conductor de cloacas para todo el valle de San Diego. Esos desarrollos dieron motivo a que el Ministerio de Transporte y Comunicaciones construyera el alimentador Valencia-San Diego, avenida que entronca con Yagua y Vigirima, todo eso con el empuje empresarial que caracteriza a este emprendedor valenciano.

Al terminar la parte residencial compró la Hacienda Castillito, de donde nació la urbanización comercio e industria del mismo nombre. En sociedad, construyó también el Big Low Center. Posteriormente, compró dos posesiones más, La Unión y Los Guayitos, desarrollando la primera como urbanismo informal. La línea del ferrocarril de San Diego pasa por Los Guayitos. Alfredo López Capriles sigue adelante con nuevos proyectos. El aporte que le ha dado a Valencia en desarrollos urbanísticos y en la modernización de la ciudad es inconmensurable, pero él no quiere reconocimientos ni mucho menos publicidad. Con la mayor austeridad y sencillez, continúa trabajando, dejándose llevar por su vocación empresarial, como la de esas familias pioneras que forjaron el progreso de la capital carabobeña.

El Carabobeño, 23-04-2005