30 julio 2015

La indigencia como problema social



Grupos de hombres y mujeres en estado de indigencia deambulan por las calles de Valencia sin lugar de residencia, como puede verse  también en cualquiera de las otras ciudades o pueblos de Venezuela, en los que los gobernantes no asumen su responsabilidad, al permitir que esos grupos tomen las plazas y los terrenos desocupados para sentarse a descansar de tanto andar de un lado a otro, dormir, charlar, embriagarse y pelear, cocinar con leña, comer,  bañarse, lavar la ropa y hacer sus necesidades, sucios y  malolientes por tener que arrastrar sus carencias, a falta de un hogar que los cobije.  Son los “sin techo” de la realidad social venezolana de estos tiempos turbulentos.

Es un espectáculo lastimoso verlos andar de un lugar a otro en bandas de cinco, diez y hasta quince, a veces con uno o dos perros callejeros detrás de ellos, buscando comida, hurgando en la basura a  ver que consiguen, dañando los lugares públicos con los residuos que van dejando a su paso, grifos de agua mal cerrados desperdiciando el vital líquido, el fuego y el humo de la leña ardiendo, con el riesgo de provocar un incendio. Causa temor acercarse a ellos, porque algunos pueden ser violentos, o estar drogados y no se sabe cómo van a reaccionar, ante las personas que se preguntan por qué viven en esas condiciones.

No es la calle un lugar para vivir, por lo que su estado es anormal, tanto a nivel personal, como familiar y  social. Es falta de un Estado responsable permitir que grupos de personas tomen la calle como vivienda, o las plazas, de las que se alejan los vecinos con los niños y jóvenes que salen a jugar y no se atreven a acercarse a los vagabundos.  No se trata de que la policía  “los bote” para otro lugar,  ni que los ponga tras las rejas, porque son seres humanos con muchas necesidades, pero sí el Estado, a falta de los familiares, está en la obligación de solucionar ese problema, disponiendo de refugios donde alojarlos, proveerlos del sustento diario y atender sus necesidades más elementales.

Son venezolanos que han buscado la calle por múltiples razones:  porque no tienen familia, o porque sus  familiares no los aceptan, porque no han querido trabajar para ganarse el sustento diario, o porque no se someten a las normas de un hogar y prefieren andar realengos, por lo que son responsables de su situación, pero todo eso no exime al Estado venezolano de su responsabilidad.

Un Socialismo bien entendido tiene que ocuparse de las personas en situación de calle, de los sin techo, de los ancianos y de los niños que han sido abandonados por sus familiares. Algunas organizaciones religiosas cumplen esa labor con gran abnegación, pero no todas  alcanzan a cubrir los gastos que ocasiona una masa poblacional sujeta a la crisis económica agobiante de los últimos años. Para sostenerlos adecuadamente pueden utilizarse los recursos fiscales, que el Estado recauda, o las riquezas de nuestro suelo. En la tan cacareada Misión Vivienda debería contemplarse los refugios habitacionales para recoger a esa población ambulante, mendigos, o como se les llame, ya que sin lugar a dudas, representan un problema social, que el gobierno está en la obligación de resolver.

30 de julio de 2015.