15 agosto 2018

El rostro de la amargura



Su mirada se veía apagada sin el brillo natural de los jóvenes de su edad: 10, 12, 14 años, mostraba el rostro adusto de una persona con cierto malestar, un rictus de amargura contraía sus labios mientras estaba a la entrada de un centro comercial, una panadería enfrente adonde le tenían prohibido entrar a pedir que le dieran algo para comer, que era lo que él quería, porque había llegado allí sin haber desayunado y tenía necesidad de alimentarse. Otros dos jóvenes rondaban también la entrada del centro comercial, muy cerca de él, no pedían dinero, si acaso un pan o una empanada para calmar el hambre.

¿Por qué no están en la escuela en lugar de en este lugar? Es la pregunta natural que  hacemos quienes nos encontramos con estos muchachos apostados en las esquinas, al pie de los semáforos, o a las puertas de los establecimientos comerciales. ¿Dónde están sus padres, sus madres, especialmente? La interrogante queda sin respuesta ante tantas causas del desamparo infantil y juvenil: paternidad irresponsable, orfandad, pobreza extrema, indolencia familiar, falta de protección por parte del Estado. Se torna sinvergüenzura cuando la madre, natural o sustituta, vaya usted a saber, está apostada en la acera de enfrente y ella es la que manda a los muchachos a pedir. No sólo es la escasez o el alto costo de los alimentos lo que afecta a estos jóvenes, impidiéndoles ser felices a su corta edad, es también no poder disfrutar de su propio espacio en sus casas para ver televisión, oír música, leer, estudiar, practicar algún deporte o salir a jugar con los amigos, puesto que viven en barrios marginales, agrupada toda la familia en viviendas precarias, en lugares poco seguros que no les ofrecen el bienestar de una vida agradable.

Se estima que las personas deben comer tres veces al día: desayuno, almuerzo y cena y que la alimentación debe ser balanceada en cuanto a las proteínas, los carbohidratos, las vitaminas y las calorías que contengan, favoreciendo de esa manera la buena salud y los nutrientes necesarios para el desarrollo del organismo. Tener hambre y no poder comer produce amargura, un malestar en el cuerpo y en el espíritu que no es solamente porque el estómago está vacío, sino por la sensación de no poder satisfacer una necesidad orgánica, de no poder darse el gusto de saborear algo que sabe bien. Imaginamos la angustia de aquellas madres que no pueden alimentar bien a sus hijos o nietos, muchachos desnutridos, sin energía para vivir a plenitud.

La ONG Ciudadanía Activa estima que actualmente en Venezuela unos diez millones de habitantes padecen desnutrición, agravando la situación la crisis del agua potable por el deterioro de los embalses y represas debidas a la falta de mantenimiento y de inversión por parte del Estado. Por otra parte, muchos comedores escolares han cerrado por falta de presupuesto, otros por ineptitud oficial. Es injusto que en un país con tantos recursos, de costas bañadas por el Mar Caribe, tierra fértil, buen clima, naturaleza tropical, bosques, llanuras, gente amable y tantas otras bondades esté pasando actualmente por tantas penurias, con una hiperinflación devoradora de los salarios, sin efectivo y que el Gobierno como respuesta presente una reconversión monetaria por tercera vez desde que asumieron el poder en el siglo XXI, con el Bolívar Soberano como moneda devaluada, la crisis del combustible y la represión militarizada. ¿Tendrán que seguir sufriendo nuestros jóvenes tantas penurias? ¿Qué futuro les espera de continuar esta situación de penuria, hambre y escasez?

Valencia, 15 de Agosto del 2018.

01 agosto 2018

Enérgicas protestas en Venezuela y Nicaragua




No cesan las protestas en un país sometido a un régimen que no ofrece garantías de gobernabilidad ni de bienestar social y económico a una población cansada de los malos servicios públicos, del aumento de la inflación, la falta de efectivo, el pésimo sistema de transporte, agua y electricidad, sin medicinas ni seguridad personal ni jurídica. Continúa el éxodo de los venezolanos hacia otros países que les ofrecen un porvenir más estable, lo que divide a las familias y ensombrece el futuro, sin que el gobierno muestre signos de rectificación. Similar situación ocurre en el país vecino Nicaragua, en el que las protestas públicas para pedirle al presidente Daniel Ortega que convoque a nuevas elecciones han dejado cientos de muertos, heridos y presos políticos.


En la Valencia que se preciaba de ser la ciudad industrial de Venezuela, desde los comienzos de la revolución socialista del s. XXI ha perdido un alto porcentaje de su capacidad instalada, por lo que los empleados y obreros de las empresas caucheras, Pirelli, Goodyear y Firestone protestan por mejores salarios, manifestando que esas compañías en el año 2018 están sobreviviendo, porque sólo han producido un 7% de su capacidad, lo que ha hecho que debido a la baja producción no les pagan lo suficiente. Los trabajadores de Corpoelec convocan continuamente a paros escalonados del personal por los bajos salarios y la falta de dotación de piezas y repuestos para hacer las reparaciones eléctricas y poder mejorar el servicio. En otra de las informaciones recogida en días pasados, trabajadores de Abastos Bicentenario protestaron en la Plaza Venezuela, Caracas, por el cierre de 29 sucursales distribuidas en 14 estados en todo el país. Son 4 mil trabajadores y aproximadamente 20 mil personas que dependen de los abastos.


Ciegos y sordos ante una realidad que está a la vista, cínicos en su obstinación de no atender los reclamos de la ciudadanía, el canciller venezolano Jorge Arreaza asistió a la reciente celebración encabezada por Ortega para festejar el 39 aniversario de la revolución sandinista, ofreciéndose a “defender la soberanía de Nicaragua en nombre del pueblo bolivariano y a ofrendar la sangre de los caídos”. Una gigante fotografía del extinto ex –presidente Hugo Chávez al frente de las marchas sandinistas logra verse a través de algunos de los canales de la televisión extranjera La crisis en el país centroamericano se acentúa con la presencia de la esposa de Daniel Ortega, Rosario Murillo, al frente de la vicepresidencia y Cilia Flores, conyugue de Nicolás Maduro, denominada “la primera combatiente de Venezuela” actualmente en la ilegítima Asamblea Nacional Constituyente, mujeres que lejos de asesorar adecuadamente a sus maridos, los apoyan en el fraude continuado causante del descontento popular. Ejemplar ha sido la conducta de la Iglesia Católica, en Venezuela y en Nicaragua, al respaldar la Conferencia Episcopal las exigencias de una población hastiada de la corrupción y el nepotismo.


Todas esas organizaciones que defienden los derechos humanos, favoreciendo la democracia y la libertad, tales como la OEA, la ONU, Amnistía Internacional, Human Rights Watch, el Foro Penal y la comunidad internacional han expresado su rechazo a estas neo dictaduras que pretenden gobernar a su antojo, sin lograr hasta ahora que desalojen el poder, lo cual indica que la presión popular en ambos países tiene que continuar.


Valencia, 1º. de Agosto del 2018.