16 octubre 1999

Arte y ciencia en la Obra de Rubén Núñez



Para entender el arte de Rubén Núñez hay que entrar en el campo de la física, sobre todo lo relativo a la óptica y las emisiones de luz por la fuente luminosa del rayo láser. Sus hologramas son de una belleza enigmática, porque el espectador no capta de dónde salen esos colores que transparenta el cristal con efectos vibratorios y formas tridimensionales vistos desde un ángulo determinado y a cierta distancia entre la luz y el objeto. Las aplicaciones del láser están todavía en estudio y son variadas. Una de ellas es la Holografía, arte‑ciencia‑ técnica dirigida a la creación de imágenes en tercera dimensión.

Nuestro artista está de visita en Valencia con motivo de la presentación del XXVI Salón Nacional de las Artes del Fuego, en el que exhibe tres jarrones de fino cristal y elegantes diseños geométricos en los que destaca la pureza de los colores amarillo, azul, rojo con la claridad del vidrio. ‑Traer esas piezas a Valencia significó un gran esfuerzo y yo siento que aquí no se valora lo suficiente lo que hago‑ nos dice Rubén una tarde en que lo invité a conversar sobre su trabajo. Mientras el Ateneo de Valencia nunca me ha invitado a exponer, lo hizo el de Estocolmo. Vivimos en un mundo tridimensional y nos expresamos en dos dimensiones. Lo que sucede con la Holografía es que es una técnica muy costosa‑agrega.

Su participación en el Salón tiene que ser motivo de orgullo para nuestra ciudad, pues siendo hijo nativo de Valencia, es un artista del mundo, el más destacado de cuantos hay en el arte de la Holografía. Está representado en los mejores centros artísticos internacionales y nacionales. En el año 1959 obtuvo el premio en el concurso del Coming Glass Museum por la exhibición de uno de los 12 cristales más bellos del orbe. Ha expuesto en el Museo de Arte Moderno de Nueva York y ha sido invitado especial en los Museos de Ciencias de Washington, Filadelfia, Munich, Frankfurt, Londres, Paris. En los años 1986 y 1988 obtuvo los premios Neumann y CONAC del Salón “Arturo Michelena” y el premio Universidad de Carabobo en el XVI Salón Nacional de las Artes del Fuego.  Su obra “Cristal del Planeta Arco Iris”, colección de la Galería de Arte Nacional, le dio la vuelta al mundo. Otras obras, como “El Árbol del alma”, “Anillos de Alegría” , “Cristal Fotónico” forman parte de colecciones privadas.

Los inicios de Rubén fueron en la pintura y el diseño del vidrio. Estudió en Caracas y luego en Murano, Italia. Formó parte del movimiento abstrato‑geométrico del grupo Los Disidentes de Paris en el año 1950. A partir de entonces comenzó a plantearse los efectos de la vibración retinal mediante repeticiones de barras de color horizontales y verticales. Propuso obras que hacían percibir formas y colores virtuales. Es el primer artista cinético venezolano, adelantándose a Soto desde el año 1951. Nos explica que, descubriendo la cuestión interferencial y la secuencia de las líneas, buscó excavar más adentro del cinetismo y llegó a la Holografía después de mucho estudio y experimentos. Propone para la Venezuela actual que en el concepto cultura se incorpore la Ciencia y Tecnología como parte integral del Arte y Humanidades. Si los separamos, vamos a seguir igual ‑afirma. Qué hacen el periódico y el poema si no pasan por Internet. Hemos comprado tecnología, pero nuestras universidades han estado a espaldas de ella. El diario “El Carabobeño”, con el Museo de la Imprenta, está innovando.

Rubén es un buen conversador y, al iniciar el diálogo con él, pareciera abstraerse en su interioridad para sacar de adentro todo lo que piensa. Suelta las palabras con profusión de ideas sobre la creación en nuestro país de un museo de Ciencia y Tecnología, su gran sueño por el que se ha desvelado tratando de convencer a los gobiernos, institutos científicos y universidades de la importancia de estos centros para el progreso y el desarrollo tecnológico.

En la publicación “Caminos de Civilización”, auspiciada por el centro Espacio‑Luz y editada por la Universidad de Carabobo, abunda sobre el tema y enfatiza que, mientras las exposiciones de arte han aumentado considerablemente en los últimos años, las de ciencia han sido escasas. Entre los proyectos o diseños que ha presentado en diversas oportunidades están: Centro de Estímulo a Innovadores del INCE, Caracas, 1970. Museo de Historia y Tecnología, Proyecto para la Gobernación de Caracas, 1974. Proposición A.C.T.O. (Arte Ciencia Tecnología Orbe), Concejo Municipal de Valencia, 1974. Centro de la Transparencia Floven, 1980. Centro Arco‑Iris, diseño proposición, Rectorado y CODECIH, Universidad de Carabobo, 1989. Centro Espacio‑Luz, Valencia 1990. El Didactron, CONICIT 1971 y el Museo de la Industria Ricardo Degwitz, 1987, inspirados en el proyecto Instituto de la Evolución o Museo Central, entregados al Ministerio de Fomento.

Publicado en El Carabobeño el día 16-10-99

08 octubre 1999

La Casa de la Estrella


 

Pese a la protesta del Centro de Historia del Estado Carabobo por el derecho que tiene sobre la Casa de la Estrella como sede permanente, el Gobernador Henrique Fernando Salas Feo procedió a inaugurarla el pasado Domingo 19 de Septiembre en un acto oficial que, si bien estuvo concurrido, fue ignorado por muchas personas que sintieron que esa fue una muestra más de la distancia que separa al sector gubernamental del cultural, cuando el primero quiere imponer sus criterios sin tomar en cuenta los liderazgos naturales que se han formado en torno a las variadas disciplinas intelectuales y artísticas que abarcan cada una de ellas su área de influencia, en correspondencia con todas las otras, sin otra recompensa que la de participar en los círculos con los que se es afín.

Se trata simplemente de que el Centro de Historia fue despojado de su inmueble legítimo para que el Museo Casa de la Estrella pueda instalarse en él. No es una nimiedad lo que se discute, sino más bien la profundización de un conflicto que se planteó desde el momento en que el Gobierno Regional pretendió dejar sin efecto ya desde el año 1996, por el simple hecho de haber sido el que costeó los gastos de restauración de la célebre casona, el acuerdo de la Asamblea Legislativa que creó el Centro de Historia en el año 1979 y se lo entregó a los historiadores para que fuera su sede permanente, firmándose 10 años más tarde el contrato de Comodato entre el Gobernador de entonces, Prof. Pablo González y el Presidente del Centro Luís Cubillán Fonseca. Muy poco de la historia de Valencia se ha guardado y, si algún mérito tienen los historiadores es el de saber apreciar lo viejo, inmersos como están en el estudio del pasado. Ellos cuidaron esa casa, impidiendo en una ocasión de la que hay testimonio fotográfico, que la derribara la picota del progreso.

La comunicación enviada al Centro de Historia para informarle que ya no tenía ningún derecho sobre el inmueble es imperiosa, argumentando razones económicas porque el Estado es el que tiene los recursos y el que puede costear los gastos de mantenimiento, siendo además el que pagó la restauración. Es cierto que los trabajos realizados han sido magníficos y que la casa recuperó su originalidad, pero es injusto que los historiadores no puedan sesionar en ella porque no tienen dinero propio para sostenerla. Por nada valen los subsidios que el Estado hace a los entes públicos o privados sin fines de lucro, si se les considera incapaces de administrar con probidad las instituciones que representan.

Eso quiere decir que 30 años de asociación de un grupo de personas que figuran en la intelectualidad carabobeña, a la que pertenecieron Monseñor Luís Eduardo Henríquez, el Dr. Fabián de Jesús Díaz, Don Torcuato Manzo Núñez, Felipe Herrera Vial, Luisa Galíndez, Alfonso Marro, Dr. Adolfo Blonval López, Dr. Ignacio Belleza, Arturo Machado y otras distinguidas personalidades del pasado y del presente se echan a un lado, cediéndoles por un tiempo determinado un espacio en la parte de atrás de la casa para !as dependencias administrativas. En ese espacio trasero están la biblioteca y hemeroteca bien dotadas y organizadas, así como la galería de retratos de los miembros de la Academia fallecidos donde se hacen los actos de incorporación de nuevos miembros, sin poder usar el besan salón de la Casa de la Estrella porque así lo decidió Fundapatria.

No logro imaginarme como podría llevarse un problema personal al plano institucional, o como puede tratarse en pequeño un asunto que tiene que ver con lino de los inmuebles más antiguos e históricos de Valencia y del país, puesto que allí nada más y nada menos surgió la nacionalidad venezolana. La creación de la Fundación del Patrimonio Histórico y Cultural de Carabobo (Fundapatria), en el año 1996 por el Gobernador de esa fecha Henrique Salas Römer, no tendría que haber sido motivo para someter al Centro de Historia ni a ninguna otra institución cultural o cívica que ha hecho vida en esta ciudad a los vaivenes de la política o de los ciudadanos de fumo que trabajan alrededor de los dirigentes del estado, cuando se sabe que ellos son transitorios y en cambio las instituciones permanecen en el tiempo, siempre que existan personas voluntarias que las sostengan. Los términos de la comunicación enviada que mencioné no plantearon en ningún momento una coexistencia pacífica entre Fundapatria y el Centro de Historia, sino más bien una anulación del comodato.

En todo este asunto debe quedar claro que la Casa de la Estrella no es ningún museo y su función no es mostrar objetos ni exhibir afiches, sano servir de sede de la Academia de la Historia de Carabobo definida con el propósito de realizar investigaciones sobre historia nacional y regional y de promover la conservación de las reliquias históricas y monumentos públicos del Estado, cumpliendo con los estatutos que en todos esos aspectos están muy bien orientados hacia la preservación de nuestra nacionalidad y el estudio de la historia. Cualquier otra desviación que se le quiera dar sería apartarse de la legalidad.

Publicado en El Carabobeño el 8-10-99