25 junio 2005

El compromiso con Valencia



Celebramos el nombramiento de Alfredo Fermín como Miembro Honorario de la Academia de la Historia del Estado Carabobo, por su dedicación a preservar el patrimonio histórico cultural de nuestra ciudad, manifestando siempre una preocupación que va más allá de la simple nota periodística, para convertirse en una voz de alerta de los daños que sufren los valores culturales ubicados en sitios fundamentales de esta capital.

Desde su columna dominical en el diario El Carabobeño, Hoy y Después en Valencia, Alfredo Fermín sostiene una tenaz defensa del conjunto de bienes patrimoniales que en siglos de historia patria ha atesorado nuestra ciudad y que son muchos, tantos como los distinguidos hombres y mujeres que han jugado un papel importante en el devenir regional y nacional, legándonos obras significativas que enriquecen la tradición de Valencia como ciudad culta de raigambre histórica.

Los cuadros del pintor Antonio Herrera Toro que están en la Catedral de Valencia, la iglesia en sí, el plafond del Teatro Municipal, también pintado magistralmente por el referido artista, y el propio Teatro, cuya fundación preside Alfredo; el cuadro El Libertador y otros más de nuestro admirado Arturo Michelena, el Museo de las Esculturas al Aire Libre “Andrés Pérez Mujica”, el Ateneo de Valencia y su Salón de Artes Visuales, la plaza Bolívar y el Monolito, el centro colonial con sus calles y casas de la época, las casonas antiguas, los símbolos patrios, las estatuas en los parques y las plazas, el Parque “Negra Hipólita”, con los vitrales del escultor Roque Benavides, y todo cuanto signifique el acervo patrimonial de Valencia que ha estado o está en riesgo de perderse, son objeto de sus comentarios oportunos para que los organismos competentes los preserven y para que la ciudadanía tome conciencia de sus bienes colectivos, presionando con las palabras precisas del comunicador social que no se limita a informar, sino que toma partido por lo que dice, manifestando un respeto profundo por la tradición cultural de esta ciudad.

Como periodista acucioso, él recorre diariamente las calles de Valencia, asiste a los actos que tiene que cubrir, entabla conversaciones y hace preguntas para buscar información, entra en los lugares públicos y observa con detenimiento en qué estado se encuentran los bienes patrimoniales, para después volcar su opinión en esa columna dominical que se ha convertido para los lectores de El Carabobeño en una referencia importante, por lo atinado del juicio personal que conoce bien los temas que comenta.

Como reportero, Alfredo no se conforma con sólo dar las noticias, sino que busca que el público también participe a través de las encuestas que hace cuando hay asuntos de interés general, lo que da lugar al debate de las ideas y al ejercicio de la libre expresión, manteniendo por varios días en la palestra noticiosa asuntos relevantes del acontecer valenciano que de otra manera quedarían silenciados, asimilados en su contenido, pero, al no haber un seguimiento de las denuncias, ésas pronto se olvidan, dando lugar a la indiferencia colectiva. Su estilo periodístico es un acicate para que se produzca una reacción positiva en torno a la importancia de preservar el conjunto de bienes patrimoniales de Valencia.

Son 28 años de Alfredo con su columna semanal, imponiéndose la responsabilidad, como él mismo escribió recientemente, de “estar pendiente de la ciudad, para protestar la mayoría de las veces o para expresar gratitud cuando se toman en cuenta nuestras preocupaciones, que son muchas por la indiferencia o indolencia ante el patrimonio artístico y cultural”. Tarea ésa que es reconocida por quienes saben apreciar esos valores y a quienes sí les duele la ciudad, aunque se sientan de manos atadas porque no saben qué hacer para que los gobiernos los conserven, aplicando la Ley de Patrimonio Histórico Cultural, pero oficio periodístico que tiene que ser valiente para decir verdades que a todos no les gusta escuchar, y tiene que tener coraje para denunciar el poco respeto que muestran algunas de nuestras autoridades por los símbolos patrios, invocándolos cuando les conviene para su propio beneficio.

El compromiso de Alfredo es con la ciudad que él adoptó como propia y a la que quiere como a su lar nativo. Desde su nuevo sitial académico, la voz de Alfredo va a resonar con más fuerza, para que nos mantengamos vigilantes del acervo patrimonial que nos pertenece por herencia y por derecho.

El Carabobeño, 25-06-2005

02 junio 2005

La manipulación de la pobreza



Se evidencia el desorden administrativo del Estado venezolano en el crecimiento de la pobreza, palpable a simple vista en contraposición con la inmensa riqueza petrolera que reciben diariamente las arcas públicas, sin que se vea un crecimiento sostenido del progreso social equitativo. Se ve más bien una marginalidad creciente y un deterioro progresivo que pareciera hundirnos cada día más en el tercermundismo, desviándonos de la ruta de países en vías de desarrollo para encaminarnos por la fracasada doctrina del atraso y de la dependencia, con la nueva denominación del Socialismo del Siglo XXI.

Nunca antes se había visto tanta mendicidad ni tantos tarantines improvisados para el comercio informal. Han aumentado los buhoneros, los niños de la calle, los oficios a destajo que ejercen entre otros los cuidadores de carros estacionados en las aceras y los que limpian parabrisas, los vendedores ambulantes y las madres menesterosas a pie en los semáforos, con los hijos a cuestas, pidiendo limosna. Han proliferado los ranchos en tanto el gobierno revolucionario, con un lenguaje destemplado, aúpa las invasiones y el aprovechamiento indebido de la propiedad privada, obligando a los afectados a resolver los litigios en los tribunales.

Las cifras de la pobreza están en los índices estadísticos, que son fríos, precisos, matemáticos. El 60% de la población continúa en estado de depauperación. El 50% de la clase trabajadora ejerce el comercio informal. Venezuela es el tercer país del continente hispanoamericano en donde hay más corrupción. La inflación real está por el orden del 65%. La realidad económico-social se refleja en esas cifras de una manera irrefutable, con tan sólo pasear la mirada por el interior de las ciudades y pueblos de la geografía nacional.

La mayor parte de las veces, esa inmensa masa poblacional que vive en condiciones de mínima subsistencia ha improvisado sus viviendas en terrenos públicos o privados que no ha tenido que comprar, sino que se los ha apropiado por su cuenta. No paga luz, ni agua, ni ninguna otra clase de servicios y, sin embargo, no logra salir de la miseria, presentándose en el país una situación compleja que hace que la clase media, que sí tiene que cumplir con todas esas obligaciones, sea la más perjudicada, puesto que el desorden administrativo, la corrupción y el populismo propulsan la inflación y, por consiguiente, el empobrecimiento colectivo.

Paradójicamente, el Estado dadivoso reparte las riquezas sin orden ni control, sacando el dinero a la calle para repartirlo en becas, misiones, desarrollos endógenos y expropiaciones, de las que se aprovechan los más vivos que saben muy bien ubicarse bajo la sombra del poder, pero no hay una planificación concertada en función del desarrollo. La pobreza sirve como pretexto para utilizar los ingresos extraordinarios de la industria petrolera, los intereses acumulados del Banco Central y ahora el presidente Chávez pide a la Asamblea Nacional aprobar una legislación especial para poder disponer de los excedentes de las reservas internacionales de Venezuela, para inyectárselos a los planes sociales, traer maquinaria agrícola y continuar con la política de las importaciones, en tanto cae la producción nacional y a las empresas venezolanas se les dificulta la adquisición de divisas.

El discurso enardecido del presidente Chávez de que “los 28.000 millones de dólares que tiene Venezuela en reservas internacionales es demasiado dinero para tenerlo guardado en los bancos del Norte” es otro de sus ataques a Estados Unidos y al capitalismo, que se ha convertido en el foco de su política exterior, tal como lo hace su mentor Fidel Castro que, pregonando durante 45 años de revolución comunista el odio al capitalismo, sumió al pueblo cubano en la miseria, con el control económico de los bienes de producción en manos del Estado y la manipulación de la pobreza en oposición a la riqueza.

Ante la insistencia desmedida de solicitar el uso discrecional de las reservas económicas que posee la Nación, el directivo del Banco Central, Domingo Maza Zavala, manifestó “estar muy preocupado por no haber un uso claro y preciso de lo que fuera de la administración ordinaria pudiera utilizarse”, solicitando a su vez que “se debe crear una ley para que el excedente de los ingresos de las divisas petroleras se destine a un fondo perfectamente regulado, en el cual se indique con claridad la fuente de los recursos y su aplicación”.

Nos preguntamos por qué si en Venezuela ha entrado tanto dinero en los últimos años, en los de la IV República y en los de la V, seguimos con tanta pobreza y marginalidad, pareciendo acentuarse bajo el nuevo esquema del Socialismo del Siglo XXI, o de la Revolución Bolivariana, como es su denominación original. Populismo, Socialismo, Comunismo, la denominación es lo de menos, pero los resultados están allí a la vista de todos, respaldados por las cifras estadísticas que no mienten, porque son frías, precisas, matemáticas.

El Siglo, 17-05-2005

El Carabobeño, 02-06-2005