28 septiembre 1991

Guerra al terrorismo



El terrorismo perpetrado contra las Torres Gemelas de Nueva York y contra el Pentágono, en Washington, tomó al mundo por sorpresa con su secuela de dolor. Aterrados estamos de ver la manera como se ejecutaron esos actos en espacios urbanos de ciudades capitales, a plena luz del día, lanzados contra personas corrientes sin ninguna relación con el poder dominante al que tratan de amedrentar. Así como el terrorismo es un enemigo sin rostro, con múltiples conexiones en diversos países, mas de sesenta, según han adelantado las agendas internacionales de inteligencia, de la misma forma sus ataques matan a seres inocentes que, por una mala casualidad del destino, están en el lugar donde detonan las bombas o los ruches explosivos. Puede ser en un centro comercial, en un tren cargado de pasajeros, en un avión secuestrado o en cualquier calle de cualquier ciudad del mundo. Ese acto contra los Estados Unidos ha sido el peor registrado en la historia de esa nación que, justificadamente, se siente golpeada en lo mas profundo.

Victimas desprevenidas de locos suicidas y odios emponzoñados en el alma de los terroristas, que tratan de imponer una ideología religiosa o política que los obsesiona hasta el punto de matar y destruir sin compasión, a cualquiera de nosotros, si no se contraataca radicalmente esta irrupción violenta del terrorismo, no estará a salvo en ninguna parte. En los ataques contra las fuerzas vitales norteamericanas, murió y salió herida gente que no participaba en política, ni era económicamente poderosa, solo simples ejecutivos, secretarias, hombres y mujeres del común colectivo que se levantaron bien temprano a trabajar y cuyas vidas quedaron segadas para calmar los rencores de fundamentalistas islámicos que obstinadamente, ven en la cultura occidental la negación de sus valores religiosos.

El principal indiciado en los ataques, el rico árabe protegido por el gobierno de la milicia talibana en Afganistán, Osama Bin Laden, es la plena descripción del líder de espesa barba y mirada intensa poseído por una obsesión, tal como la que mostró en Irán el Ayatola Komeini, tras el derrocamiento del Sha de Irán en el año 1979. A partir de entonces el Occidente comenzó a darse cuenta que los islámicos fundamentalistas rechazaban la cultura de las sociedades democráticas liberales y que había hombres sombríos, con turbantes y batolas, guiados per los rígidos preceptos del Corán, que censuraban el comportamiento suelto de las costumbres y la irreverencia religiosa Recordemos la persecución que mando a hacer el Ayatola Komeini del escritor hindú Salmán Rushdie, autor de “Los Versos Satánicos” que a su entender eran blasfemos, así como la desatada contra el Sha para que fuera llevado a Irán y allí ser juzgado y ejecutado por el régimen que se impuso en el poder.

La lucha entre palestinos y judíos en el Medio Oriente no ha cesado desde hace muchos años, pero se ha recrudecido con los ataques terroristas que afectan tanto a unos como a otros y matan a personas inocentes. Después resaltaron en el plano internacional los regímenes dictatoriales de Saddam Huseim en Irak y de Kadaffi en Libia. La tensión de los Estados Unidos y de la Comunidad Europea se centró en tierras árabes y, al desmoronarse el Comunismo en 1989, el fundamentalismo islámico recrudeció convirtiéndose en una nueva amenaza.

Terrorista es también la organización vasca ETA, así como lo es la irlandesa IRA, en naciones tan civilizadas y antiguas como España y Gran Bretaña. La guerrilla colombiana, los secuestros, las matanzas de campesinos y civiles y los atentados contra oleoductos y plantas eléctricas son otras formas de terror que amenazan la estabilidad de los gobiernos y cuyos blancos siegan vidas inocentes. Las amenazas de detonación de explosivos se han hecho tan frecuente en las grandes ciudades, teniendo a veces que desalojar los espacios públicos para que la policía desactive los artefactos sospechosos de explotar que ya nadie se siente seguro en ninguna parte. Los medios de comunicación social nos mantienen informados y cada acto terrorista. por lejano que sea, nos produce desasosiego. El ataque estadounidense hizo que la humanidad reaccionara como un solo cuerpo, sintiendo que es necesaria la lucha para hacerle frente a tan terrible mal.

Porque no solo el terrorismo es un daño en si mismo, al destruir vidas y propiedades que no están en un campo de batalla, ni forman parte de un escenario de guerra, sino que otro factor determinante para condenarlo es el de que quienes lo promueven no ofrecen nada mejor que los sistemas que tratan de combatir, puesto que a regímenes de libertades oponen dictaduras, a los de modernismo atraso, y el progreso social y económico de las democracias contemporáneas lo quieren revertir a niveles primarios de vida, incompatibles con los adelantos de la ciencia y tecnología actuales. Al ver a esos talibanes quemar estatuas de Buda, encerrar a sus mujeres prohibiéndoles el estudio, castigar hasta la muerte a quienes profesen otros credos religiosos, los rechazamos por atrasados y en ningún momento podemos pensar que lo que ellos proponen para su gente es mejor que lo que ofrecen las sociedades desarrolladas que ellos consideran perniciosas.

El mundo civilizado tendrá que salir victorioso de esta guerra contra el terrorismo, porque no solo se trata de salvar vidas y propiedades, sino de luchar por valores que hemos tratado tanto tiempo en conquistar.

Publicado en el Carabobeño el 28-09-91

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