28 enero 1997

Votos por la Paz



El año que comienza es propicio para renovar las votas de solidaridad, justicia y paz en los individuos y en las comunidades, fomentar la fraternidad y estimular la unión en un mundo dividido por las diferencias políticas, religiosas, culturales, étnicas y socioeconómicas. Estrechar esas diferencias manteniendo la unión en la diversidad es compartir entre todos un espacio vital, encontrándose en un mismo circulo sin chocarse. Así como vemos la tierra representada en una esfera, nos imaginamos a todos los seres humanos dentro de ella, con sus variedades y similitudes, distancias geográficas y cercanías que los adelantos tecnológicos han puesto a nuestro alcance, reafirmando el sentido de que formamos parte de un solo cuerpo y de que nuestro género es idéntica en todas las partes del planeta.

Somos comunidad y como tal debemos aprender a vivir en armonía para alcanzar el equilibrio necesario que nos permita superar las dificultades. La paz sólo se consigue en la equidad, cuando el respeto por las ideas ajenas mantiene un grado de cordura suficiente para establecer una relación de igualdad, en la que el que habla pueda ser escuchado y entendidos sus planteamientos, aunque no compartidos, a partir de que se los oiga, pueden dar lugar al diálogo. Si esto es a nivel de individuos, cuánto más no lo será en el plano de los estados y las naciones.

Cuántas familias hay que no se entienden entre si por pequeñas diferencias que entraban el entendimiento y por posiciones encontradas que den lugar a distanciamientos y hasta a odios y rencillas entre hermanos. La intriga, el chisme y el egoísmo hacen gran daño cuando las bases de confraternidad se resquebrajan al penetrar con su punzante malicia. Se pierde el respeto cuando se es intransigente, se interrumpe el diálogo cuando uno solo quiere hablar y no hace ningún esfuerzo por comprender el lado opuesto, se rompe el lazo de amistad al ejercer la presión del dominio con dureza. La paz es un valor que sólo se consigue a través del amor y del respeto, dejando ancho el campo para las divergencias y para que los modos de comportamiento, los gustos y las opiniones se entrecrucen sin rozarse, como en un juego de destreza que busca mantener la estabilidad sin caer en el tedio de la monotonía.

Lo que atañe a la familia lo hace también a la sociedad en general. En cualquier parte del mundo donde uno esté situado, 1a búsqueda de la paz tiene que ser un fin primordial, sin la cual todo lo demás carece de importancia. No puede haber progreso donde exista la guerra, sino por el contrario la tendencia a la destrucción. Los pueblos que están en pleito son inestables y sus habitantes viven bajo el signo de la incertidumbre, oyendo el disparo de los fusiles en lugar del sonido armonioso de las palabras, sintiendo los desgarramientos de las que enfrentan feroz batalla, en vez de los francos apretones de manos entre seres que dialogan utilizando la razón como argumento de peso en las conversaciones. El siglo que está próximo a concluir no ha sido pacifico, con dos Guerras Mundiales encendidas por los odios raciales y los nacionalismos exacerbados hasta la locura. La Guerra Civil Española, la guerra del Vietnam, las de África, la del Golfo Pérsico, Afganistán, Chechenia, Serbia Bosnia, las guerrillas con sus secuelas de terrorismo y secuestros, las tensas relaciones entre palestinos y judíos, los enfrentamientos entre facciones y partidos señalan que muchos líderes pretenden mantener el yugo entre sus manos, retrasando los procesos de paz que anhelan las mayorías ajenas a los conflictos que provoca el poder.

En las postrimerías del siglo XX, las naciones que están bajo regímenes democráticos tratan de fortalecer sus sistemas de gobierno por la vía de las relaciones diplomáticas y de pactos convenientes a sus respectivos intereses, con elecciones abiertas y pluralistas. Los mandatarios de las potencias del mundo se reúnen cada cierto tiempo en algún lugar de la tierra para celebrar acuerdos y firmar negociaciones de paz, tratando de evitar a toda costa una conflagración de proporciones desmesuradas por el desarrollo de las armas nucleares y de la tecnología bélica. A diario vemos titulares que nos indican que las conversaciones no se detienen. “Corea del Sur y del Norte preparan diálogo de paz”. “Gobierno y Guerrilla de Guatemala listos para firmar la paz”. “Rey Husseín y Arafat evalúan proceso de paz”. El mensaje del Papa Juan Pablo II para la Jornada Mundial de la Paz dice que es tarea de los gobiernos y de la comunidad internacional contribuir a garantizar la libertad y la seguridad de todos, creando estructuras sólidas capaces de resistir los vaivenes de la política.

En Venezuela en este siglo hemos vivido bajo una paz relativa, en cuanto a ausencia de conflictos armados. Los problemas fronterizos con los países vecinos, particularmente Colombia, se discuten en las cancillerías de ambas naciones. El venezolano es pacifico por naturaleza, aunque últimamente se halla un poco agitado por la mala situación económica en que lo han sumido los malos gobiernos y por la inseguridad campeante. La delincuencia está desatada y ella engendra violencia. El narcotráfico, la marginalidad y la falta de moral pública destruyen a la familia y a la sociedad. La mala organización del Estado genera conflictos y de allí que los paros, las huelgas y las manifestaciones de proteste estén a la orden del día.

Hacemos votos en este año que comienza para que se restablezca el orden y reine la concordia, para que nuestros corazones se preparen para entrar al nuevo milenio henchidos de esperanza.

Publicado en el Carabobeño el 28-01-97

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