La inestabilidad del mercado laboral es un signo de la tambaleante economía nacional. Las empresas no pueden continuar sosteniendo las abultadas nóminas de los años prósperos de décadas atrás. Cientos de trabajadores han quedado cesantes por reducción de personal, como el caso reciente de Telares Maracay que dejó en la calle a mil cuatrocientos empleados, porque la empresa se declaró en quiebra al no poder cubrir los elevados costos de producción en una economía distorsionada por los altos intereses, servicios a impuestos costosos y devaluación. El secretario general de la CTV, Carlos Navarro, declaró que cien mil trabajadores han sido despedidos desde Mayo hasta la fecha.
Manufacturas que tenían doscientos trabajadores hoy tienen sólo cincuenta. Otras de dos y tres turnos se han quedado con uno, disminuyendo la oferta al contraerse la demanda. Según declaraciones de la industria automovilística, la venta de vehículos se ha reducido en un 40% , obligando a las ensambladoras a bajar la producción. Igual sucede con la rama metalmecánica y en cuanto a la textil la situación es dramática, ya que la libre importación de ropa deja a la fabricación nacional en competencia desigual con la manufactura asiática, particularmente. La industrial del calzado sufre, así como la textil, la competencia desleal que le impone el contrabando y la importación de zapatos en detrimento de lo hecho en Venezuela.
El presidente de Conindustria Luis Henrique Ball anunció la caída de veinticuatro mil puestos de trabajo menos en el segundo trimestre del 98, afirmando que esto ocurre porque la industria no tiene donde colocar los productos. Así también el presidente de Fedecámaras Francisco Natera alerta sobre la quiebra masiva de empresas debido a la política confusa del Banco Central, del Ministerio de Hacienda y de la asociación bancaria. En cuanto a los trabajadores del Estado, la burocracia continúa siendo frondosa, constituyendo un verdadero problema para el gobierno tener que despedir a tanta gente que sobra en la administración pública, pero que mantiene en sus puestos para evitar un conflicto social de gran magnitud, no estando el sector privado en capacidad de absorber a toda esa masa laboral que se desplazaría en busca de nuevas oportunidades.
En la reciente 54 Asamblea Anual de Fedecámaras se puso de manifiesto una vez más la protesta del sector industrial por la falta de incentivos para fortalecer la economía, agravada por la cuestión electoral que todavía no se ve muy clara con el posible triunfo del Chavismo y con la ruptura de los partidos políticos que tiende a confundir la situación. Empezando por la comida, que es la base de sustentación del pueblo, aquí es mas fácil importar que sembrar y cosechar en suelo venezolano, lo que ha dejado a la agricultura en su peor momento y los campos abandonados, mientras en las ciudades crecen los cinturones de miseria y se agrava el desempleo. Según un estudio de la Oficina Central de Estadística a Informática en el primer semestre de 1998, la población desocupada es de un millón cien mil personas y el sector informal de la economía alcanza a unos cuatro millones. El desempleo es un circulo vicioso que conduce a la pobreza puesto que a menos trabajo hay menos riqueza en poder del público, limitándose la expansión del gasto y contrayéndose el consumo.
Por otra parte, en Venezuela hay escasez de mano de obra calificada, debido a las deficiencias de nuestro sistema educativo. Sobre todo a nivel técnico, la mano de obra está poco preparada, teniendo muchas veces que recurrir a la improvisación que proviene de aprender en el lugar del trabajo, puesto que en cualquier actividad laboral se trata de sacar adelante la faena propuesta y así como para el patrón es importante conservar a aquellos empleados que conocen bien su oficio, así también para éstos es conveniente mantener un cargo estable y bien remunerado. Machos trabajadores se han formado por sí mismos, al tener que salir a la calle a buscar un oficio para sobrevivir en una sociedad en la que todo tiene un precio, representando el trabajo el rendimiento económico fundamental para cubrir las necesidades de subsistencia, salad, vivienda y recreación. “Tanto sabes tanto vales” es un dicho que mantiene vigencia plena y es por eso tan importante la preparación profesional como es la obtención de puestos vacantes. El saber cómo siempre paga a la horas de tener que recurrir a alguien para reparar un motor de carro, un artefacto doméstico o una complicada máquina electrónica y en cualquier empresa grande o pequeña los trabajadores son un factor de producción determinante.
La gerencia moderna insiste en el entrenamiento y motivación del personal para hacerlo sentir responsable por la labor que ejecuta. Aunque los enemigos de la industria sostengan lo contrario, a una empresa no le interesa despedir a los trabajadores bien entrenados, siendo por el contrario signo de progreso poder sostener una nomina abultada. Por otra parte, el país necesita gente preparada en las variadas ramas del quehacer nacional, puesto que la especialización es una necesidad en el mundo actual y cualquier oficio es importante si se sabe desempeñar bien. Un mecánico de carros, un electricista o un trabajador de la salad conocedores de su profesión son personas apreciadas por Bus conocimientos y se (rata de que todas encajen en el complejo engranaje social. Dejar a gente sin trabajo es injusto cuando el país necesita de todos para salir adelante. Una política de pleno empleo, bien remunerado y especializado, es fundamental para mantener la paz y lograr el equilibrio del sistema.
Publicado en El Carabobeño el 21-08-98
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