19 octubre 1998

Expectativas Electorales



La política venezolana está en su punto más álgido en estos meses finales del año 98, próximo a la elección del nuevo gobierno. Como una hábil maniobra política, la separación de las elecciones regionales de las nacionales abrirá un paréntesis para los reacomodos de último momento, cuando el punto culminante del 6 de Diciembre decide la suerte del futuro Presidente de la República. La candidatura esta más que peleada entre once aspirantes, de los cuales cuatro de ellos tienen chance de ganar, abriendo el compás de los pactos de ultima hora y la elocuencia de las palabras transformadas en promesas. Es indudable que lo que requerimos es a alguien que conduzca a la nación por buen camino y para ello urge una serie de condiciones que los candidatos procuran cubrir en las numerosas presentaciones publicas ante destacados panelistas, en foros televisados y en los recorridos por todos los pueblos y ciudades de la geografía nacional.

Maduro en años pero inconsistente en la practica, el gobierno del pueblo soberano no ha cumplido con las expectativas de la estabilidad socioeconómica, anclado en la pobreza del 80% de la población y el mal manejo de la administración publica. La situación es de total incertidumbre por la disolución de los partidos, dándose el caso peculiar que figuras prominentes de una u otra filiación política se han cambiado de bando desertando de sus propias filas para pasar a la oposición, por lo que hay copeyanos en AD, adecos con chavistas y masistas o copeyanos con Salas. Juego de intereses encontrados o simple razonamiento lógico el común de los venezolanos esta confundido. En un artículo de opinión publicado en este mismo diario el pasado 5 de Octubre dice el columnista Justo López Madriz que “por primera vez en cuarenta años de democracia la panorámica electoral luce confuso y atemorizante”, sosteniendo más adelante que el bipartidismo se rompió por la pérdida de las bases ideológicas.

La disolución de los partidos tradicionales por obra de los líderes fundamentales de esas organizaciones, como fue el caso del Presidente Rafael Caldera al abandonar a Copei para fundar Convergencia y el aislamiento a que fue sometido el ex‑presidente Carlos Andrés Pérez por parte de sus compañeros de base cuando fue derrocado para someterlo a un juicio político, provocando una ruptura entre los que estuvieron a favor de la acción y las que la rechazaron. El lanzamiento de dos militantes de AD en estas elecciones, Alfaro y Claudio, confirma tal aseveración, acentuándola la candidatura de Miguel Rodríguez con el programa económico que sacó a Pérez de la presidencia.

En cuanto a Copei se refiere, el resquebrajamiento ideológico lo hace temblar en la cuerda floja del oportunismo, al haber dejado a un lado a la militancia y a la juventud socialcristiana que se formó en los cuadros de la lucha programática. El candidato más idóneo para estas elecciones era Eduardo Fernández, sin duda un hombre que trató por todos los medios de impulsar su plataforma política recogida en su proyecto Pensamiento y Acción. Al dejarlo a un lado y escoger a Irene Sáez Copei se equivocó, porque ella no transmite la imagen de personalidad fuerte que todos ansían para que la gobernabilidad se manifiesta con mano dura contra la corrupción, la inseguridad personal, jurídica y fronteriza y la inestabilidad socioeconómica. Irene ha demostrado ser una mujer con grandes dotes de superación, pero su figura de mujer bella y dulce la entraba en las momentos en que el país pasa por una profunda crisis.

La ruptura de los partidos y la desconfianza de los venezolanos en el sistema tradicional que terminó por desencantar los ánimos, dejó la brecha abierta para el surgimiento de los dos candidatos que polarizan la intención de los votos: Hugo Chávez Frías del Polo Patriótico en representación del militarismo de izquierda, can un mensaje bolivariano qua lejos de tranquilizar asusta al mezclar en sus discursos a la Biblia con las armas. Chávez es un enigma tildado por unos de dictador y comunista y por otros de hombre valiente y nacionalista. La Constituyente que él propone podría ser una mera formalidad para disfrazar un estado de confusión tal que acabaría por hundirnos en el caos del populismo. La opción de Henrique Sales Römer se debate entre los que ven en el a un líder de gran preparación e inteligencia y los que por el contrario lo señalan autoritario y dispendioso en el gasto publicitario y proclive a ejercer una dinastía familiar tan alejada de nuestro sistema de alternabilidad democrática.

Falta poco tiempo para que la incógnita se despeje, primero en la escogencia del candidato y posteriormente en sus ejecutorias públicas, que deberían corresponder a los planteamientos programáticos de sus campañas electorales. Desencantado como esta ya el pueblo venezolano de promesas incumplidas, depositará con fe ciega su confianza en aquellos gobernantes que respondan mejor a sus expectativas, porque si bien el piso político de los partidos esta hundido, el país tiene que seguir hacia adelante y el surgimiento de nuevos liderazgos podría ser de buen presagio para una conducción novedosa fundada en un modelo de desarrollo sostenido en el bienestar individual y el progreso social.

Publicado en El Carabobeño el 19/10/98

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