El arte como disciplina estética es una materia sensible que nuestros sentidos perciben como un aspecto de la realidad intervenida por el hombre para producir un hecho creativo. Las artes plásticas, particularmente, representan una forma tangible de percibir esa realidad, puesto que las ideas o la inspiración de los pintores o escultores se plasman en obras que luego van a ocupar un espacio físico y que pueden ser vistas o tocadas, despertar emociones y permanecer en el tiempo como una presencia que pasa a ocupar un lugar en el universo de las cosas creadas por el hombre. La perdurabilidad de las artes plásticas es una de sus características fundamentales y para su conservación y divulgación se han creado los museos.
Las artes plásticas, como las bellas artes en general, son asunto de entendidos, ya que están sujetas a un conjunto de reglas que deben estudiarse para lograr hacer obras enmarcadas dentro de ciertos valores estéticos. La perspectiva, el claroscuro, el ritmo, la composición, la proporción, la línea, el color son medios manejados por los artistas de todas las épocas a su entera libertad, pero siempre tras la búsqueda de algo trascendente que supere la realidad para entrar dentro del campo de la creación humana. El lenguaje de las artes plásticas está representado en las obras que están a la vista y que pasan a formar parte del legajo cultural de los pueblos.
La historia del arte va pareja con la de los hombres y sus tendencias tienen mucho que ver con las vicisitudes de los cambios históricos. A partir del Dadaísmo y del Pop Art fue aceptada la destrucción de los valores esenciales y la incorporación de objetos de uso corriente a la expresión artística, como una forma de entender a una sociedad trastornada por la guerra y embriagada por el consumo de bienes materiales. Los artistas plantearon que lo que confiere a las obras su condición de arte es la mera intención y que más importante que la nobleza de las materias empleadas y el recurso de las técnicas es la idea creativa. Posteriormente, el arte no objetual quiso romper con el mercantilismo, con el fin de darle a la idea un valor supremo desligado del objeto como mercancía.
El arte efímero ha sido ampliamente divulgado en las exposiciones de gran renombre artístico, pero abusar de él es confundir el discurso filosófico con el plástico, en el que la pintura o la escultura tienen que explicarse a través de la teoría de las palabras para lograr hacerse entender. Vista de esta manera, la obra pierde su propia fuerza y el lenguaje es más verbal que pictórico. Cada una de las piezas presentadas tiene que tener al lado el análisis escrito que quiera darle el artista para que el público entienda su significado. Esto viene a colación por el abuso que se le está dando en los salones de arte a las instalaciones, a lo conceptual y al minimalismo como expresiones artísticas que, si bien tuvieron su vigencia producidas por un cansancio visual y un agotamiento de los temas, no se justifica que continúen los jurados o los curadores valorándolas en un mundo abierto a nuevas tendencias.
El 57 Salón “Arturo Michelena” es de una pobreza extrema, tanto en el número de obras que fueron aceptadas, ‑27 escogidas y 10 invitados de un total de 364 que fueron enviadas a los cuatro centros de recepción dispuestos en las Bases del Ateneo de Valencia- como en la calidad de las mismas, con algunas muy buenas excepciones. Grandes espacios ocupados por formas que carecen de otra significación que aquella que quiera darle el realizador, ‑que no tiene ya que ser pintor, escultor o dibujante para materializar su idea creativa‑ ya que la integración de las artes y las instalaciones han dado pie para que cualquier ensamblaje o pieza colocada en el suelo o en la pared sea catalogada como obra digna de consideración, dejando al público perplejo y con una sensación de ignorancia.
Los neófitos nos preguntamos de qué manera se puede medir el arte, si éste es algo tan subjetivo y de tan variadas interpretaciones, una vez que ya se han roto los valores clásicos. Cómo pueden cinco o seis personas que fungen de jurado en una confrontación como el Michelena, o en otra con características parecidas, determinar qué es digno o no de participar en la exhibición, rechazando sin contemplaciones la mayor parte de las obras enviadas, ‑el 93% en esta última edición‑ sin que el público tenga la oportunidad de apreciar el desarrollo del arte hecho en el país en el año que ha transcurrido entre uno y otro salón. Pensamos también que ese rechazo masivo que cada vez se acentúa más en el Salón Michelena se desvía del propósito de “estimular, difundir y comunicar el desarrollo del arte venezolano en todas sus instancias creativas y reflexivas dentro de un ámbito de pluralidad, libertad y confluencia”.
En cuanto al Premio Michelena otorgado a la pintora Emilia Azcárate es de una simpleza tal que lo deja a uno estático, tratando de descubrir el sentido de la poesía y la lectura de la línea que pronunciaron los señores jurados para darle el máximo galardón. La bosta de vaca utilizada por la pintora es un mero recurso técnico que no logra convencemos de su “acercamiento a la experiencia del espíritu en un espacio que no puede ser ubicado en el mundo físico”, como afirmó la artista ganadora. Vemos también que el Premio Michelena dejó de ser único al haberle cambiado las Bases, permitiendo que al cabo de cinco años pueda otorgarse nuevamente al mismo artista. El término la mejor Obra y no la mejor Pintura para conferir el galardón que lleva el nombre de nuestro Arturo Michelena se presta a confusión, por lo que asistimos a un Salón de Artes Visuales enfático en sus propósitos y débil en la presencia de nuestros más connotados artistas. Aceptar a un niño de doce años es otra desviación de un Salón Michelena que pareciera estar perdiendo el norte de su trayectoria. Si bien el papel de los jurados es de gran importancia, pensamos que los artistas deben también ser tomados en cuenta a la hora de decidir estas cuestiones que a fin de cuentas es a ellos a quienes más les interesa.
Publicado en el Carabobeño el 01-12-99
No hay comentarios.:
Publicar un comentario