Los tiempos cambian y asimismo las costumbres. Lo que una o dos generaciones atrás era malo o pecaminoso, hoy es visto como lo mas natural y mas bien quienes critican ciertos comportamientos demasiado liberales son vistos como personas atrasadas o puritanas, a las que todo les horroriza porque no han sido capaz de modernizarse. Son “zanahorias”, para decirlo en un termino suave que utiliza la gente joven, pures o simplemente viejos, adjetivos que sirven para descalificarlas en sus juicios valorativos de ciertas actitudes.
El asunto es que la conducta humana es tan elástica como la goma de mascar. La gente adapta el proceder a su conveniencia y ¡ay! De quienes le digan que eso no esta bien, porque si en algo estamos claros es que unos no se tienen que estar metiendo en los asuntos de los otros, bajo pena de caer en la entrepitura, que es tan chocante como la mas grave de las faltas. Para eso están los padres, la escuela, la Iglesia y las leyes que son las encargadas de establecer los códigos de conducta, así como de imponer los castigos o las recompensas.
Estamos en tiempos de costumbres liberales. Hay una soltura en la manera de proceder que era inimaginable en el pasado. Una de ellas es el desnudo femenino, con el auge de los concursos de belleza, las telenovelas, el cine y la moda que dicta la forma de vestir. Los trajes de baño “hilo dental”, la ropa transparente, los escotes generosos y las faldas cortas que dejan afuera los muslos y el ombligo han llegado casi al limite del simple “topless” o de la hoja de parra, sin que las féminas modernas sientan el mas mínimo pudor, palabra que quedo tan obsoleta que ya los jóvenes desconocen su significado.
En los orígenes de la Creación, señala la Biblia que Adán y Eva estaban desnudos en el Paraíso y no se avergonzaban, hasta que la serpiente tentó a la mujer haciéndola comer el fruto prohibido y dándoselo al hombre. Esa fue la causa del pecado original, por lo que Adán y Eva tuvieron conciencia de su desnudez y fueron expulsados del Edén por un Dios que monto en cólera ante la desobediencia de nuestros primeros padres. Desde entonces se impuso el vestido como forma de recato, diferenciándose el hombre de los animales que andan “como Dios los trajo al mundo” y cada civilización adopto sus ropajes mas convenientes. Así las culturas primitivas, como las de los indios o las africanas, apenas cubren el cuerpo y a ninguno de sus integrantes se le ocurre avergonzarse de mostrar sus partes intimas. A medida que se avanzo en la civilización y particularmente con el surgimiento de las religiones monoteístas, el andar tapados se hizo norma y los vestidos eran largos para cubrir desde el tobillo hasta el cuello.
Una anécdota que cuento a este respecto se refiere a lo que me dijo, siendo yo adolescente, una anciana de confianza en la casa de mi abuela, cuando me vio entrar calzando unas sandalias: “y tu te dejas ver los pies?. La mujer que se deja ver los pies se deja ver todo”. De esa manera de pensar no han pasado mas de dos generaciones. No era decente, ni mucho menos moral, que una mujer se exhibiera con el cuerpo descubierto, porque así como la impudicia, el sexo también era pecado y no se debía inducir a la tentación tal y como hizo la serpiente cuando provoco a Eva para que comiese el fruto prohibido, según relata el Genesis.
Pero las cosas han cambiado tanto que ahora, cuando vemos esas viejas fotografías, nos extrañan muchísimo los trajes de baño de antes y hasta nos parecen ridículos y encontramos que los vestidos largos y cerrados debían ser sumamente incómodos. Los hombres entonces estaban a la caza de las mujeres, tratando de agarrar un picón, qua era el término que se usaba para significar descubrir el cuerpo por debajo de las faldas.
Lo cierto es que cada época tiene sus parámetros de conducta y no depende de unas cuantas personas decidir lo que es bueno o malo, sino de la sociedad en general a través de las instituciones mas representativas. Hay países muy desarrollados que tienen grupos de nudistas que proclaman la cultura del cuerpo libre y para ellos hay playas especiales. Lo raro en esas serian los turistas vistiendo shorts o franelas. Así como muchos pueblos aborígenes continúan usando solo pigmentos o guayucos para tapar ciertas partes del cuerpo. El vestido de cierta manera, es una forma de civilización que desarrolló los textiles y con ello toda la variedad de hilados, telas y trajes para cubrir el cuerpo.
Por avatares de la vida, pareciera que hoy hemos vuelto hacia atrás y la moda ahora es la desnudez y el desparpajo en el actuar. La publicidad y la cultura audiovisual han convertido a la mujer en un objeto de consumo que se exhibe con pesos y medidas para el deleite colectivo, resaltando sus partes mas intimas al lado de cualquier producto de promoción. Si ánimo de pecar de moralistas, nos preguntamos hasta donde podrá llegar la manipulación a que ella se ha visto sometida de parte de la industria del mercadeo y del espectáculo, sometiéndola a dietas rigurosas y a ropas cada vez mas estrechas para venderla como un producto mas de la comercialización del sexo y la belleza. Como bien apunta una telenovela actual, el pecado esta de moda y en cambio el pudor quedó obsoleto, añadimos nosotros. La intimidad del cuerpo femenino quedó al descubierto y con ello una parte de la humanidad perdió algo de su valor fundamental.
Publicado en El Carabobeño el día 28 de diciembre de 2000
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