Ninguna guerra es humanitaria, por más que las causas estén justificadas. Liberar a Irak de la dictadura de Saddam Hussein, darle un golpe mortal al terrorismo, destruir las armas biológicas y químicas de su arsenal de Guerra, establecer la democracia en un país oprimido por la dictadura. Una vez más los Estados Unidos de América desplegó su poderío militar enceguecido por el desafío continuo del autócrata iraquí, pese a las protestas multitudinarias en todo el planeta y a la demora de la autorización de la ONU. El poder es odioso cuando se aplica con el uso de las armas, pero el liderazgo se consolida en la victoria y tal parece ser la suerte del presidente George W. Bush y de su aliado natural, Tony Blair, de Gran Bretaña.
Tampoco es por compasión que otros no hacen la guerra, sino es más bien un asunto de política, o de intereses no compartidos entre quienes intervienen y quienes se abstienen. Francia, Alemania y Rusia no son más compasivos por el hecho de haber negado su voto en las Naciones Unidas, sino que sus objetivos son otros: retardar la entrada de Turquía en la Unión Europea, ir contra Israel, no perder sus cuotas de petróleo en el Medio Oriente. Razones de Estado que se toman en cuenta a la hora de tomar las decisiones, manteniendo la discreción.
Las guerras no son nuevas, sino que existen desde los inicios de la Humanidad y particularmente el Medio Oriente ha sido una tierra calentada, desde miles de anos atrás, por el fuerte sol del desierto y por las batallas que se han librado en su suelo precursor de las primeras civilizaciones y de las tres religiones monoteístas, que tienen sus lugares sagrados en esas regiones encendidas por las pasiones humanas en el nombre de Dios. Antes, como ahora, los motivos han sido siempre los mismos: ideológicos, religiosos y políticos, por el control de las tierras, las fronteras y las riquezas, que son la fuente del poder. En este caso el petróleo.. El objetivo no es contra la población civil ni contra las instituciones musulmanas, sino que está dirigido a derrocar el régimen de Saddam Hussein y su Guardia Republicana. En los doce anos transcurridos desde la primera guerra del Golfo Pérsico, por el control de Kuwait, la precisión y sofisticación del armamento estadounidense se ha perfeccionado tecnológicamente, en tanto el de Irak se debilitó.
La Guerra que libró Saddam Hussein contra el Ayatolah Komeini de Irán, en el ano l980, se prolongó hasta l988, tratando este ultimo de exportar la Revolución Islámica a Irak, sin lograr conseguirlo. Esa guerra terminó por aislarlo de los otros países árabes vecinos y dio inicio al disgusto con Washington, que hasta el momento había apoyado a Saddam con millones de dólares y con armas.
En l990 Saddam invadió Kuwait para apoderarse de los pozos petroleros y, desde ese momento, todo el poder de los Estados Unidos se volteó contra él. Quien antes fuera un amigo, se volvió un enemigo a quien no se le daría tregua. El ataque de las Torres Gemelas en Nueva York, el ll de Septiembre de 200l, y sus posibles vínculos con Osama Bin Laden y su red terrorista son los motivos fundamentales por los que el presidente Bush lanzó a su país a la guerra, como vengador de una causa justa. Pero detrás de todo eso, lo principal es el petróleo y el temor a que Saddam se fortalezca, influenciando con su preponderancia a toda la región.
En Irak los musulmanes están divididos en Arabes Shiitas y Sunitas, aparte de la minoría Kurda, que vive en el norte en permanente hostilidad por la persecución que sufre de parte de los Sunitas que dominan la política. Según Salah Nasrawi, de la Associated Press, Irak ha sido desde hace mucho tiempo un mosaico étnico, religioso e ideológico difícil de conducir como una entidad unida y la remoción de Saddam no hará mucho por cambiar esa situación.
Ahondando un poco en el artículo escrito por Nasrawi, con el fin de entender la historia del actual Irak, leemos que ese país perteneció al Imperio Otomano y que después de la I Guerra Mundial los británicos colocaron al Rey Faisal, por la ayuda que su familia les presto en la lucha contra los turcos. Los británicos también favorecieron a los Árabes Musulmanes Sunitas, que era la minoría que después dominó Saddam. En l979, al llegar éste a la presidencia, el choque entre los Shiitas y Sunitas se agravó, a partir de establecer el mandatario un régimen autocrático que suprimió las libertades públicas.
Lo demás es historia reciente, pero los días de Saddam Hussein comenzaron a contarse desde que el presidente Bush, abandonando la diplomacia, lanzó las armas contra Irak el 20 de Marzo del 2003.
Publicado en El Carabobeño el 30-03-03
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