La sociedad civil que firmó por el referendo revocatorio sigue en la calle, luego de conocer la decisión del CNE de pasar a reparo más de un millón de rúbricas, confirmando el megafraude que cual boomerang entrampó al gobierno con un engaño tan descarado y cínico como la coraza con la que cubre su ropaje de seudodemocracia. Ese millón cien mil personas que firmaron, sometidas a reparos, saben perfectamente por qué lo hicieron y si tienen que estampar de nuevo sus nombres, lo harán, hasta conseguir su propósito, que no es otro que el de desalojar al presidente Chávez de Miraflores.
Pensar que la sociedad civil es tonta y que se puede seguir jugando con su credibilidad, sosteniendo mentiras infundadas, como hacen a diario los funcionarios del oprobioso régimen chavista y como lo acaban de hacer descaradamente Francisco Carrasquero, Jorge Rodríguez y Oscar Battaglini, es desestimar a un pueblo valiente a la hora de defender sus derechos, como lo está demostrando en esta hora menguada de la Patria, lanzándose a las calles de todos los rincones de Venezuela y principalmente de Caracas a luchar por la libertad y por la democracia, puesto que sabemos que el proyecto revolucionario de Hugo Chávez Frías es contrario a estos valores.
En la era de la información y de las comunicaciones, cuando al instante sabemos lo que pasa en cualquier rincón del planeta y mucho más en nuestra convulsionada Venezuela y cuando podemos leer, ver, grabar, analizar, estudiar y comparar los reportes noticiosos con otros, es evidente la diferencia manifiesta en las imágenes que nos muestra la prensa y la televisión de la lucha entre la oposición y el oficialismo. Las marchas pacíficas enarbolando banderas que durante estos dos últimos años han venido haciendo quienes se oponen al presidente Chávez contrastan con el despliegue militar de tanquetas, guardias armados, rostros cubiertos, patadas, sacudidas, disparos y detenciones a ciudadanos que simplemente toman la calle para manifestar su descontento, todo enmarcado dentro de la legalidad.
Por más que el gobierno trate de ocultar lo que está a la vista, no puede, porque las imágenes de toda esa violenta represión ya han sido filmadas para denunciar ante Venezuela y el mundo el carácter represivo de un presidente que se resiste a contarse por la vía democrática y que ha tomado el camino de la violencia para mantenerse en el poder, cuando ya es tarde, por cuanto la gente está indignada y de ninguna manera lo va a permitir. Es imposible ahora devolverle la vida a quienes han muerto en las manifestaciones, o restablecer las heridas físicas y morales de quienes han sufrido agravios de quienes, en lugar de protegerlos, como lo establece la Constitución, los someten a las mayores vejaciones.
La paciencia se colmó. En esta nueva tregua que se abrió para dar la oportunidad de que se produzcan los reparos está implícita la paz de la Nación, esperando una vez más la posibilidad de ir a un referendo revocatorio. Con la quema de cauchos, bolsas de basura y barricadas para cerrar el paso de los vehículos en las avenidas de Caracas y del interior, al anticipar y luego conocer el megafraude del CNE, ya vimos una muestra de la furia desatada de un pueblo que se siente frustrado y que no está dispuesto a claudicar. Si el gobierno bolivariano de Hugo Chávez no entiende esto, conducirá al país a una guerra fratricida, puesto que los ánimos están exaltados y los vecinos se mantienen en la calle.
Las manifestaciones pacíficas tienen un límite cuando no se consiguen los resultados anhelados después de tantos esfuerzos. Cómo pedirle a la gente que continúe marchando, enarbolando banderas y cantando consignas si a estas expresiones se le oponen la intolerancia y la represión. Pareciera que los recursos se agotan cuando la lucha es desigual, puesto que los manifestantes están desarmados y hasta el presente las Fuerzas Armadas Nacionales mantienen una actitud pasiva y no se sabe aún de qué lado están, excepto por la Guardia Nacional y la policía militar que han demostrado su condición de esbirros de la revolución mal llamada bolivariana. La pregunta es cómo continuar el combate por la libertad, si se cierra la salida del referendo.
Quienes no queremos la violencia, tenemos que ejercer presión ante esas mismas Fuerzas Armadas Nacionales para que hagan respetar la Constitución y le pongan un cese a toda esta situación de furia desatada entre dos bandos irreconciliables. Pedirle a los organismos internacionales que intervengan de una manera decisiva a través de sus mecanismos diplomáticos. La Coordinadora Democrática, la sociedad civil, el pueblo en la calle, los medios de comunicación, la iglesia y todos los que se mantienen en pie de lucha, ya han dado todo lo que pueden y solos, sin armas y sin los recursos del poder, no pueden contra un régimen autocrático que se niega a todas las salidas pacíficas. La violencia está a la puerta de la esquina si quienes pueden detenerla no actúan a tiempo.
El Carabobeño, 10-03-04
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