26 junio 2017

Elogios y mentiras en dictadura



Desvirtuar la realidad es característico de la dictadura en la que antes que nada hay que rendirle pleitesía a los jefes que están en el poder, adularlos, elogiarlos y mostrar agradecimiento por los favores que recibe el pueblo de sus manos, dádivas que a decir verdad son ínfimas e insatisfactorias, pero que están adornadas con los rimbombantes nombres de las misiones y los motores puestos en marcha por el gobierno para engañar a los pobres, principalmente, haciéndoles creer que su vida va a mejorar gracias a los beneficios que ellos aseguran otorgarles.  Defender el legado del  presidente Chávez y la revolución bolivariana es una de las consignas, aunque el nuevo proyecto de Asamblea Nacional Constituyente que ellos ahora proponen deje  por  fuera a  la Constitución de 1999, impulsada por Chávez para refundar la República, la cual ha sido una vez más vilipendiada por estos nuevos constituyentistas.

Con o sin constituyente el régimen ha ido perdiendo credibilidad, porque los programas puestos en práctica por el gobierno no responden a las verdaderas necesidades de la población, aunque Maduro y sus adláteres  los adornen con frases desvergonzadas por la manera como pretenden engañar a los ciudadanos, que a simple vista están atravesando por una etapa de crisis generalizada, teniendo que hacer largas y tediosas colas al frente de las panaderías, o de los abastos y supermercados cuando llega la harina pan, o de las distribuidoras de gas para proveerse de una  bombona y poder encender la cocina.  Ya en muchos mercados eliminaron las captahuellas, método absurdo que se desplomó por su propia ineficacia.  Lo de los nuevos billetes fue otra payasada confundida con los viejos billetes de 100 bolívares, todavía  en circulación.

Es una burla hablar de los beneficios de la revolución, cuando cada día hay más pobres pidiendo limosna en las calles, buhoneros por doquier vendiendo frutas, galletas, fósforos. Proliferan los puestos ambulantes de comida improvisados en tenderetes colocados a un lado de las aceras y avenidas. La entrega de las bolsas CLAP a un número de familias de ciertas comunidades es uno de los programas de menor alcance alimentario y de mayor énfasis propagandístico por parte del gobierno,  a través de la Gran Misión Abastecimiento Soberano Seguro, para contrarrestar  “la guerra económica promovida por la derecha”.

Según el gobierno, los opositores son los culpables de los vandalismos, asaltos, robos, daños a la propiedad, lesiones y homicidios. Las bandas criminales las liderizan los estudiantes y grupos juveniles que no permiten que se imponga el orden.  En las convocatorias de la Mesa de la Unidad Democrática hay grupos extremistas e irracionales. El Ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, le pregunta a la oposición que cuantos muertos más necesitan para abandonar la violencia. La nación está enlutada. Con desparpajo, aseguran que el principal objetivo de la Asamblea Nacional Constituyente será lograr la paz en Venezuela.

Sesgar la información, mentir y elogiar a los panas en el gobierno es una forma solapada de mantener el poder a como de lugar. ¿Les creemos o no?.  El 30 de julio 2017 el pueblo tendrá la última palabra.

Valencia, 26 de junio de 2017.

21 junio 2017

A favor de la Cultura



Parece una obra teatral de contenido dramático eso de reformar la Ordenanza de Juegos y Apuestas Lícitas, propuesta por la Cámara Municipal de Valencia, para rebajarle los impuestos a las salas de bingo establecidas en los últimos años en esta ciudad, tributos que sirven para financiar a la Fundación Municipal para la Cultura, que con la modificación de la Ordenanza, se reducirían proporcionalmente a la rebaja propuesta. No lo entendemos, porque si alguna justificación han tenido esos casinos disfrazados de bingo que han proliferado últimamente, es que los impuestos que tienen que aportar al fisco municipal sirven para financiar obras de interés social, siendo una de ellas la cultura, que siempre ha sido una especie de Cenicienta escasa de recursos económicos.  Esa obra se podría presentar ante el gran público valenciano de arraigada vocación artística y no la captaría,  porque el planteamiento de promover los juegos de azar en detrimento de las actividades culturales es absurdo.

Sin salirnos del tema, podríamos decir que es más bien un sainete,  a la vez patético y jocoso, digno de representar en una de esas plazas que el Alcalde de Valencia, Paco Cabrera, ha recuperado, embelleciéndolas para el disfrute de los habitantes de las diversas parroquias urbanas.  La idea de favorecer a los empresarios del juego, disminuyendo los tributos  que deben pagar al erario municipal, es contraria a la razón  porque cortaría el financiamiento de todos esos magníficos espectáculos que la Alcaldía  suele presentar en lugares de grandes concentraciones, lo que le ha dado a la cultura una nueva dimensión.  La tendencia actual de muchas de esas manifestaciones es salirse de los espacios cerrados para tomar la calle y los parques, de manera de llegar al público masivamente. Los museos siguen siendo los ámbitos para albergar las colecciones de obras de arte y  en  las salas de teatro  continúan las actuaciones, sin menoscabo de las que se ofrecen al aire libre, a la vista de todos. Paco Cabrera entiende esta nueva manera de hacer cultura y la ha puesto en práctica repetidas veces.

Sin necesidad de rebajar esos impuestos, para no perjudicar la magnífica gestión cultural de la Alcaldía, dejemos que la Contraloría Municipal se ocupe de fiscalizar el manejo del Fondo Socio-Cultural otorgado a la Fundación Municipal para la Cultura, que dirige con tanto acierto la joven María Teresa Morín y que los señores concejales se preocupen por revisar la administración del presupuesto, desaprobando las irregularidades y exigiendo cuentas transparentes.  Esa es su responsabilidad y es loable que así lo hagan, pero el planteamiento hecho por ellos para disminuir el fondo cultural lo sentimos equivocado. Sabemos por experiencia propia que la cultura necesita de mucho dinero para activarse en todas sus manifestaciones, pero ésas no se muestran por medio de las cifras económicas, eso más bien pertenece a su planificación, sino que se expresan en el sentir del alma colectiva traducidas  en la danza, el canto, la pintura, el teatro y tantas otras disciplinas artísticas y literarias. Para que éstas se desarrollen  plenamente, hay que promoverlas, dándole cabida a los individuos y grupos que tienen obras dignas de presentar.

Sería innoble negar la gestión desarrollada por la Fundación Municipal para la Cultura, bajo el impulso que le ha dado Paco Cabrera. Esa gestión se ha sentido en toda Valencia, para el disfrute de tanta gente que se ha volcado a presenciar los Festivales Internacionales de las Artes, en los que se han puesto en escena estupendos  musicales y obras de teatro de variados países. Artistas nacionales y extranjeros han mostrado al público lo mejor de su repertorio, convirtiendo a Valencia durante esos días en la capital nacional de las artes.  Interrumpir la continuidad de esos festivales por falta de financiamiento sería lamentable. Dejar de celebrar las Ferias de Valencia por el mismo motivo sería inmerecido, por cuanto tienen tan buena acogida cada que vez que se celebran, como si las Ferias de Sevilla se trasladaran al Parque Recreacional Sur con toda su alegría y colorido. Ellas,  por nuestra herencia española, también forman parte de nuestro folklore.  En muchas de esas presentaciones, Paco Cabrera  sabe  interpretar el sentimiento del público y se mezcla con la gente de una manera cordial, asistiendo a la mayoría de los espectáculos, lo que lo convierte también en una atracción, puesto que cualquier persona  se le puede acercar  y hablar con él, cosa que no siempre sucede con muchos de nuestros gobernantes, que se mantienen siempre distanciados del pueblo que los eligió.

La restauración de las estatuas de la ciudad, la colocación de  valiosas esculturas  en lugares de mucha circulación y la adquisición de nuevas obras, la conservación del Museo  al Aire Libre “Andrés Pérez Mujica”, en el Viñedo, fundado bajo la también excelente gestión  municipal  de Armando Celli, con el asesoramiento de  Florelia Mariño+,  a quien también siempre los valencianos le deberemos gratitud, la edición del libro “Imágenes de Valencia”, con plumillas y texto de Fritz Küper, con motivo de los 50 años de la “Sociedad Amigos de Valencia”, la creación del Premio “Arturo Michelena” para honrar los méritos de artistas y personas que han dado un importante aporte cultural a la ciudad se añaden a la magnífica contribución que el actual Alcalde Paco Cabrera ha dado para el enriquecimiento colectivo.

Los fondos destinados para la cultura nunca serán suficientes si queremos que sus expresiones se hagan sentir con toda la fuerza de las enormes potencialidades creativas,  que entran en acción una vez que las buenas iniciativas las activan. Valencia tiene una arraigada tradición cultural  representada en sus instituciones y en su población,  que  debe mantenerse,  puesto que ella le da lustre y la hace valer en el plano nacional e internacional, a la vez que nos hace la vida más grata.  No dejemos que la política entorpezca una trayectoria que ya ha sido trazada para seguir adelante.

11 junio 2017

Aumentan las protestas



La protesta pública como expresión social de descontento es la forma que tiene la sociedad civil organizada en gremios, sindicatos, asociaciones y vecinos unidos para resistir el incumplimiento del gobierno en cuanto a satisfacer las necesidades más apremiantes de las comunidades desasistidas de la acción oficial en materias tan prioritarias como la vivienda, la salud y la inseguridad,  o para solicitar la retribución de las reivindicaciones salariales de los trabajadores.

Aumentan las manifestaciones de calle en la medida en que el gobierno decrece en popularidad, porque el pueblo siente que sus aspiraciones no son satisfechas.  Quienes aspiraban a que se les  entregara una “vivienda digna” se quejan de lo mal acabado de los pisos y paredes y de la deficiencia de los servicios públicos. Barrios populosos reclaman la dotación de agua o de electricidad, canchas deportivas para los muchachos y protección policial. No son fotomontajes las imágenes que a diario publican los medios mostrando a hombres y mujeres exigiendo respuestas de parte de las autoridades,  pueblo que marcha hasta la Asamblea Nacional para presionar a los diputados y que está dispuesto a recurrir al presidente Chávez con tal de ser oído.

El descontento social está a la vista de todos. No han mejorado las condiciones de vida de la población en general. En todo el territorio nacional hay mucha gente que sigue habitando en ranchos, mientras continúan las amenazas de invadir fincas, edificios y terrenos desocupados. Frente a las bodegas de Mercal los clientes denuncian que camiones cargados de los productos de la cesta alimenticia son desviados para mercados ajenos al programa de abaratar los costos de la comida.  Apostados a las puertas de los módulos de Barrio Adentro, los pacientes constatan que no han sido equipados y carecen de medicinas.

Las personas mayores reclaman la justa pensión de vejez traspapelada en los trámites burocráticos de la Ley de Seguridad Social.  La protesta reciente por parte de los trabajadores de Cadafe es por el incumplimiento en el pago de los beneficios contractuales y por el deterioro de las instalaciones en las redes y torres de transmisión eléctrica que afectan el suministro de energía en todo el país. Unos 500 trabajadores de la Planta Termoeléctrica del Centro, en Morón, suspendieron la jornada laboral para salir al frente a manifestar.  En Valencia, un grupo de trabajadores de Eleoccidente hizo otro tanto, anunciando paros escalonados de no ser escuchados por la representación patronal.

Las protestas públicas son una forma de oposición que no tiene que ver los partidos políticos,  ni obedece a directrices partidistas cuando se acumulan los reclamos por la desatención oficial en asuntos de vital importancia. Son más bien la expresión cabal de la democracia participativa que coloca al pueblo en el ejercicio de sus derechos, así como se le pide el cumplimiento de sus deberes.

Es signo de madurez cívica denunciar las desviaciones del sistema.  El reclamo, cuando un número considerable de personas conjugadas en una causa común sienten que no se les presta atención a sus peticiones, es perfectamente válido en el sistema democrático. Lo contrario es la apatía, tan perjudicial como el miedo a manifestar por el temor del castigo. La imposición del silencio por parte de las autoridades es expresión de autoritarismo.

Ante los terribles secuestros y asesinatos del empresario aragüeño Filippo Sindoni y de los hermanos Faddoul  y su chofer Miguel Rivas, seguido de los disparos que le causaron la  muerte al reportero gráfico Jorge Aguirre en el momento de cubrir  la información relacionada con el caso, miles de ciudadanos consternados en todo el país salieron a la calle para demostrar públicamente su dolor y pedir que cesen la violencia y la impunidad. Pedimos un NO rotundo al discurso del odio, al arrebato de la propiedad privada, a la división social, a la exclusión política y a la negación de toda virtud ciudadana.

Las protestas públicas son el clamor popular que pide respuestas a las solicitudes de orden, paz y progreso. Las movilizaciones de calle son signo de vitalidad social y es normal que ellas activen el mecanismo de la alternabilidad democrática indispensable en un sistema de esta naturaleza.