20 enero 1994

Economía y Política



La política en la actualidad va de la mano de la economía, hasta el punto que los líderes de los grandes partidos se ven precisados a utilizar los términos de la ciencia económica para poder abordar los asuntos públicos con mediana eficiencia. Es el tiempo de los ajustes macroeconómicos, de los tratados comerciales, del liberalismo y del libre mercado. Atrás quedó el lenguaje populista para ser sustituido por uno eminentemente técnico, basado en cifras, valores, tasas, impuestos, deuda interna y externa, inversiones extranjeras, inflación y devaluación de la moneda. E1 déficit comercial es de tal magnitud que sólo aplicando severas leyes administrativas podrán cumplirse los programas sociales, tomando en cuenta que la renta petrolera no alcanza a subir la brecha abierta por el dispendioso gasto público.

Otros países más avanzados que el nuestro ya han adelantado las necesarias reformas económicas y han dejado libres las fronteras para que sus productos, bienes y servicios compitan entre si, sin barreras arancelarias ni regulaciones gubernamentales. E1 presidente Clinton, en Estados Unidos, se anotó un triunfo a f fines del año 93 al haber conseguido la aprobación del Congreso del Tratado de Libre Comercio (TLC) entre ese país, Canadá y México. Después del TLC, vino el CEPA (Cooperación Económica del Pacífico Asiático) con China continental como uno de los principales objetivos. La Comunidad Económica Europea no se ha quedado atrás en esta onda de integración comercial, acogiéndose también a los acuerdos establecidos por el GATT (Acuerdo General sobre Aranceles y  Comercio, quedando aprobado por consenso de los 117 países participantes del Acta Final, tras siete años de negociaciones. Es tan significativo el peso de la economía sobre la política, que “el paquete de medidas económicas” del segundo gobierno del presidente Carlos Andrés Pérez fue el detonante que prendió el fuego de los acon­tecimientos el 4‑F y del 27‑N de 1992, concluyendo en la suspensión del alto personero para ser sometido a juicio por malversación de fondos de la partida secreta.

La economía se ha convertido en un quebradero de cabeza, no sólo para los políticos, sino para todos aquellos que quieran estirar el dinero antes que el alto costo de la vida los devore, teniendo que estar pendientes del ahorro, de las tasas de interés, de los bonos cero cupón, los activos líquidos, los impuestos, la inflación y la calda abrupta de la moneda, de la cual no somos culpables teniendo , sin embargo, que pagar nuestra cuota de sacrificio.

Ahora el IVA nos tiene de cabeza y no encontramos qué hacer para mejorar nuestra maltrecha economía. Incluso el recién electo presidente Caldera se contradijo en su mensaje electoral, afirmando que el IVY no iba, buscando con ello atrapar los votos de los incautos. Lo cierto es que los comerciantes no pudieron aguantar su aplica­ción desde los primeros días de Enero 94, dando rienda suelta a la espe­culación y al aumento del costo de la vida. La necesidad de recuperar el balance económico nos obligues a aceptar les nuevas medidas, con lo que cambiaremos también la actitud pasiva que hemos tenido por una más alerta, acorde a una situación económico‑social basada en nuevas realidades.

Para salir del atolladero y poder mejorar el nivel de vida, los ministros de la economía no han vacilado en ofrecer sus recetas, apoyados en las fórmulas suministradas por los organismos financieros como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial que nos fuerzan a tener que dar el visto bueno a antipáticas medidas de ajuste, como el aumento del costo de la gasolina, la eliminación de los subsidios y el pago de los impuestos. Carecemos de una cultures tributarias y somos indisciplinados para el trabajo, costándonos mucho esfuerzo tener que someternos a normas impuestas desde arriba, sobre todo porque nos damos cuenta que nos piden apretarnos el cinturón cuando los que están más alto se lo sueltan a su antojo, pareciéndonos injusto que el sacrificio tenga que venir de un solo lado. A la fuerza tendremos que entrar por el aro de los ajustes y modernizar nuestra economía, afinando el sentimiento social que se manifiesta cuando las responsabilidades se comparten equitativamente, exigiendo una mejor distribución de nuestras riquezas.

Los representantes de las cúpulas empresariales no cesan de enfatizar la necesidad de mejorar la productividad, ampliando la base de las privatizaciones, controlando las importaciones, regulando las tasas de interés, liberalizando el mercado y reformando el régimen de prestaciones sociales de los trabajadores, pares poder aumentar los salarios y sostener los empleos. Como ciencia, la economía tiene leyes que la rigen y de su correcta o errónea aplicación depende el éxito o el fracaso de un modo de gobernar. La interacción entre economía y política es hoy, más que nunca, un postulado básico para avanzar hacia el progreso social, por lo que, más que declaraciones demagogas, lo que necesitamos es que desde el presidente Caldera hasta los congresistas y los ministros se pongan de acuerdo en tomar las medidas necesarias, en la seguridad de que las aceptaremos con tal de salir hacia ,adelante, con todo el ímpetu de un nuevo año que comienza, estrenando un nuevo gobierno.

Publicado en El Carabobeño el 20-01-94

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