Haití vuelve a ser el centro de la atención mundial con la ocupación pacífica, pero forzada por el hábil juego de la Diplomacia de las tropas norteamericanas, con el pretexto de restablecer le Democracia en esa porción de la isla la Española. El presidente constitucional Jean-Bertrand Aristide con gran habilidad supo mover bien los resortes de IR política internacional para lograr ser restituido en el ejercicio del gobierno que le había sido usurpada por los militares golpistas al mando del general Raúl Cedras. Los Estados Unidos en su rol de la estabilidad democrática que se adapta mejor a sus intereses no vacilaron en hacer valer su poderío bélico frente al debilitado ejército haitiano.
Haití es un pueblo sufrido, no sólo por ser sumamente pobre, con la renta per cápita más baja del continente americano y uno de los índices de analfabetismo más elevados del mundo, sino por la larga lista de tiranías, oprobios y despojos de que ha sido objeto desde la época de los Descubrimientos, cuando los franceses tomaran posesión de la isla y la sometieron, haciendo de ella una de las colonias más prósperas de Las Antillas con el trabajo forzado de miles de negros traídos desde el África para labrar la tierra y servirle al blanco con sumisión.
El país conserva todavía parte de la cultura francesa en el idioma oficial, en la religión predominantemente católica y en algunas costumbres, pero el elemento negro prevalece. La dominación francesa le hizo seguirle los pasos muy de cerca a los movimientos emancipadores que condujeran a esa gran gesta del siglo XVIII que fue la Revolución Francesa, llegando a ser la primera República Independiente del Continente Americano, logrando la abolición de la esclavitud y la igualdad de derechos otorgados a todos los habitantes, sin distinción de raza, tras la sangrienta guerra contra los franceses en 1804. La tan ansiada libertad e igualdad de los esclavos no trajo el bienestar esperado en esos turbulentos años de luchas independentistas. Como lo describe magistralmente el novelista Alejo Carpentier en su libro “El Siglo de Las Luces, con la libertad llegó la primera guillotina al continente americano. Tal como sucediera en Francia con los acontecimientos de la Revolución, la máquina infernal” comenzó a cometer los excesos propios de las guerras, perdiéndose las conquistas sociales en un baño de sangre que acabó cae confundir el Ideal Revolucionaria con nuevas formas de esclavitud aún más oprobiosas que las del antiguo régimen.
Las monarcas de raza negra suplantaron a los amos europeos, siendo aún más duros con su propia gente de lo que nunca se pudo imaginar como lo relata otra joya literaria escrita también por Alejo Carpentier, “El Reino de este Mundo”, que narra 1a historia de Henri Cristophe quien en los primeros años del siglo pasado, una vez liberado su pueblo de los franceses, se proclamó emperador sometiéndolo a sacrificios infinitos. Permanecen en pie las construcciones mandadas a edificar por el monarca en las montañas del Norte del país, en el que estableció su reinado y resulta de un realismo mágico impresionante encontrar en medio de la vegetación tropical de una isla de negros el palacio al estilo versallesco Sans Souci y en lo alto de la montaña la fortaleza de La Ciudadela de La Ferriere, hechas ambas con el fin de saciar la paranoia de quien habiendo sido esclavo se convirtió en esclavista en una imitación ridícula de la monarquía francesa, puesto que en Sans Souci su esposa y sus hijas fueron reinas y princesas y se hicieron servir por lacayos y pajes que tenles la piel del color del ébano. Magistralmente relata Carpentier: “En medio del patio de armas varios toros eran degollados cada día para amasar la fortaleza invulnerable. A menudo un negro desaparecía en el vario, llevándose una batea de argamasa. A1 punto llegaba otro, sin que nadie pensara más en e1 caldo”. Entretanto, por esa misma época, gobernó en el Sur de la isla el prócer Alejandro Petion, bien conocido entre nosotros por haber ayudado a nuestro Libertador en las luchas liberadoras. Tal coma ocurre en Haití, a los militares golpistas se opone el constitucionalista Jean-Bertrand Aristide para restablecer la paz social que tan preciada tendrá que ser para el sufrido pueblo haitiano.
Otra dictadura feroz a mediados de este siglo fue la de Francois Duvalier, quien se hizo nombrar Presidente Vitalicio, gobernando por 14 años y dejándole a su hija Jean‑Claude la herencia del poder después de su muerte. En su mandato se extendió el culto animista del Vudú, que e1 aprovechó en beneficio personal para tener al pueblo fanatizado y poderlo dominar y su guardia personal, los “tontons macoutes” fueron una fuerza represiva atroz.
Los haitianos mantienen, pese a los sufrimientos, el vigor africano materializado en las corpulentas figuras de carne y hueso que caracterizan la raza negra, altos, de miembros gruesos y expresiones vivaces en las
que el ritmo se expresa en el Arte Haitiano, famoso en el mundo por 1a fuerza de sus colores y las temáticas abundantes en contenido social, odias de tendencias figura figurativas en los orígenes ancestrales de su raza arcaica. Más que dolor, hambre y miseria, Haití es también la Fortaleza de una raza nos todavía lucha por su libertad.
Publicado en El Carabobeño el 26-10-94
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