Una conversación con el maestro Eulalio Toledo Tovar es como escuchar una clase de Historia del Arte, que abunda en explicaciones sobre la pintura universal y los artistas plásticos que ha hecho escuela, tema que domina ampliamente por ser él mismo profesor jubilado de esta materia, pintor y escultor. Al oírlo hablar, me remonto a mis años de bachillerato en el Liceo “Pedro Gual”, cuando le repetía a sus alumnos lecciones sobre el color, la composición, el ritmo y las diversas técnicas y estilos estéticos.
La obra realizada por Toledo Tovar en la ciudad es notable, especialmente los murales que ha pintado son producciones de gran valor artístico que deben apreciarse en su justa importancia para que en el futuro un progreso mal entendido no los tapie o derribe por ignorancia o barbarie. Quizás su gusto por la docencia lo hizo hallar en el muralismo una forma mas llamativa de llegar al público, aunque el resto de su obra artística representada en lienzos y esculturas es también de gran significación y ha sido reconocida a lo largo de toda su trayectoria.
Originario del Sombrero, Edo. Guárico Toledo Tovar llegó a Valencia en el año 1948. En la Academia de Bellas Artes de Caracas había logrado culminar los estudios de Arte Puro y Formación docente en los años 1940-45. Después, con la cooperación del gobierno de su estado nativo, fue a México en el año 1946 para continuar estudios de arte. El encuentro con los murales de los grandes maestros mexicanos, su entrevista con Diego Rivera y la profundización en la técnica de estas obras monumentales revivieron en él el sentimiento americanista y la posibilidad de llevar el arte a los espacios abiertos para hacerlo público, a la vez de transmitir un mensaje con sentido realista. A diferencia de los maestros mexicanos que expresaron su ideal revolucionario mostrando con vigorosos colores y figuras oprimidas por el conquistador o por el explotador toda la carga emotiva de un continente saqueado, los murales de Toledo Tovar revelan más bien el despertar de un pueblo en el afianzamiento de las disciplinas nobles, en un siglo que ha hecho de la medicina, el derecho, la técnica y el saber una profesión de fé. Los personajes plasmados por el maestro muestran una sociedad que está en vías de hallar la liberación a través de la búsqueda de la justicia, la salud, la industrialización y en los que el elemento indígena aparece como fusión de razas y como síntesis de civilización.
Nos acercamos a conversar con el profesor Toledo Tovar para que nos hable de esos murales. Nos dice que casi todos están en buen estado, excepto dos de ellos que desaparecieron en ese descuido al que nos referimos anteriormente: el que estaba en el Banco de Venezuela en el centro y el del antiguo Oncológico. El del Edificio Caicera en la Cale Urdaneta, pintado en 1958, se conserva bien, pero desde hace varios años está prácticamente oculto por la construcción de una mezzanina que convirtió el salón en una tienda atestada de mercancía que lo esconde.
Es una pena acercarse a ver esta obra –como lo hicimos en compañía del pintor y de Marc Castillo- y constatar que, pese a que sus colores aún conservan su intensidad y su temática de carácter autóctono toca las fibras de la nacionalidad, no llega al público por falta de visibilidad. Otro que quedó encerrado en una sala de enfermos, luego de una remodelación en la que se tabicaron los espacios del recinto hospitalario, es el del Hospital Central que, por su temática muy apropiada para el lugar en el que fue realizado y por su valor artístico, merece que se le haga alguna restauración y sobre todo que se le instale una barra protectora para evitar que le recuesten objetos y mobiliario, como está sucediendo en el presente.
Nos dice el maestro que el primer mural que hizo en Valencia fue en el liceo “Pedro Gual”, en el año 1951, que aún se conserva. Es el único realizado al fresco y aparecen en el los rostros de los profesores y del Director de esa época. El mural y el lienzo de la Clínica Célis Pérez, pintados en el año 1957, son una magnífica representación de la apreciación que hicimos de la obra de Toledo Tovar, en los que el acento nativista se mezcla con los personajes centrales, medios y profesores de la materia en procura de trasmisión de ideas y procedimientos. Asimismo lo son el del Colegio de Médicos, pintado en 1953 y el de la calle Libertad, detrás de la Escuela de Derecho, 1962, realizado con mosaicos horneados a alta temperatura, y una figura central que simboliza la justicia, como el del Colegio de Abogados en 1985. En cada uno de estos murales pudimos observar a los personajes allí plasmados con sus rostros más bien severos y atentos a la práctica de sus profesiones, rodeados de libros, instrumentos y figuras simbólicas. Toledo Tovar utiliza el recurso geométrico como elemento de la composición y las imágenes precolombinas, la riqueza del trópico, la exuberancia de nuestra flora y el criollismo para trasmitirle a su obra un fuerte acento americanista.
Continúa el maestro diciéndonos que la pintura mural es espacial porque es grande en primer lugar y porque está formada en base a grupo de cosas y elementos bien armonizados.
Otros murales hay en Valencia realizados por afamados pintores de esta tierra. Entre ellos merecen destacarse los de Braulio Salazar y el de Oswaldo Vigas en el Ateneo. Ojalá que el crecimiento de la ciudad los conserve intactos como motivos representativos de una región rica en talentos y con una historia que contar.
El Carabobeño, 29-09-95