17 agosto 2005

Oswaldo Feo Caballero: hijo ilustre de Valencia



Es un caballero en toda la acepción de la palabra este admirable personaje valenciano, Oswaldo Feo Caballero, por su manera de conducirse con distinción, cortesía y dignidad. Su porte con bastón y sombrero es de una fina estampa, cuando se presenta a la Casa Páez, a la Casa de la Estrella o a cualquier evento cívico o cultural que requiera su presencia para apoyar alguna iniciativa en defensa de la ciudad.

Conoce y quiere a Valencia porque nació y ha vivido aquí toda su vida y es de la estirpe de los hombres nobles que mantienen sus principios de rectitud y honorabilidad. El 20 del presente mes cumplirá 85 años bien llevados, lúcidos física y mentalmente, recuerda fechas, nombres y datos importantes de la historia de la ciudad a la que lo unen nueve generaciones de antepasados que tuvieron destacada actuación en la consolidación de la Patria.

Su tatarabuelo, José Ramón Fernández Feo, luchó como Comandante de Artillería en las Guerras de Independencia al lado de Francisco de Miranda. Su otro tatarabuelo, Francisco Antonio Malpica Natera, después de la Batalla de Carabobo, el 30 de junio de 1821, fue designado por el Libertador, Alcalde del Ayuntamiento de Valencia.

A través de ellos y de los otros muy cercanos le corre la vena nacionalista que lo hace enardecer al hablar del gobierno actual, porque siente que la Democracia está en peligro y rechaza el acercamiento al régimen fidelista.

Cuando le pregunto sobre la Valencia de los años de su juventud, me dice que antes había mucho más unión y respeto, así como más cohesión social. En el año 1944 él fundó con mucho éxito la Cuadrilla Francesa, organizando una gran comparsa de damas y caballeros vestidos a la usanza antigua. Una de esas cuadrillas que se presentó en el Teatro Municipal fue a beneficio de la reconstrucción de la Catedral, cuando el obispo era monseñor Adam. Se hacían bailes de Carnaval en el Club Centro de Amigos y en las casas señoriales de La Pastora, donde vivían las familias de raigambre venezolano.

En el año 1940, bajo la presidencia de la Sra. Esperanza Jelambi de Padrón, se hizo miembro del Ateneo. Fue gran amigo de Arturo Machado Fernández, de Luis Eduardo Chávez, de María Teresa y Graciela Gómez y de todos esos hombres y mujeres de su generación que impulsaron la cultura en la ciudad y llevaron al Ateneo a lo que es hoy. Fundó junto con Luis Augusto Núñez, la Sociedad Amigos del Teatro, siendo ésta la actividad artística que más le gusta.

Son tantos los aspectos que hay que abordar para hablar de la vida de Oswaldo, que no sabe uno cuál de ellos deberá ser el primero. Su labor profesional estuvo centrada en el campo de la Estadística, ocupando durante medio siglo el cargo de Coordinador de Estadística del estado Carabobo.

Fue una labor meticulosa la que realizó para llevar a cabo el estudio de lo que se refiere a las características de la población en general, los censos poblacionales, la distribución de sus habitantes por entidades, municipios y parroquias. Conoce el estado Carabobo al dedillo, recopiladas todas las informaciones, desde los límites de la entidad y sus antecedentes históricos y geográficos, siguiendo el registro de los gobernadores que hemos tenido desde la creación de la Provincia en junio de 1824 y el primer censo levantado en 1873 hasta el último de 1990. Los libros de su autoría, editados por el Gobierno del estado Carabobo, son un valiosísimo material de apoyo para los proyectos que realizan los organismos públicos y privados que tienen que ver con el crecimiento demográfico y la ordenación territorial.

Por sobre todas las cosas, Oswaldo ha sido un defensor de la integridad física y espiritual de Valencia, por lo que no está de acuerdo con las divisiones político-territoriales que la han desmembrado, a su entender por razones políticas y burocráticas, fracturando su unidad urbana y administrativa. En el mes de mayo de 1996, pronunció un discurso en la Casa Páez que por su magnífica defensa de la unidad de Valencia fue publicado por la alcaldía de esta ciudad.

Para muchos, Oswaldo ha sido “un ángel terrenal”, como lo calificaron algunos de los inmigrantes que llegaron a partir del año 1947 al Centro de Inmigrantes de “El Trompillo”, huyendo de las secuelas que dejara en sus tierras de origen la II Guerra Mundial. Desde su campo de director de las colonias de refugiados de Valencia, él los ayudó a adaptarse a la nueva Patria, tratándolos como familia para que renaciera en ellos la esperanza de un mundo mejor que el que habían dejado atrás, lo que en efecto sucedió.

Fundó también Oswaldo el Centro Excursionista Valencia el 14 de enero de 1953, que se ha mantenido activo hasta el presente, con su sede de reuniones en la Casa Páez. Fue promotor de la creación del Parque Nacional San Esteban, organizando año tras año, junto con el Centro, la excursión que recorre el viejo Camino de los Españoles hasta llegar al puente de Paso Hondo que comunica a Puerto Cabello con Valencia.

Llegar a la edad de Oswaldo con tantos logros debe ser satisfactorio. Quienes lo conocemos, lo queremos y lo valoramos como persona y como buen ciudadano. Desde estas páginas te deseamos, Oswaldo, un Feliz Cumpleaños.

El carabobeño, 17-08-2005

10 agosto 2005

Robar con perdón



El robo en Venezuela es una calamidad que azota a varias capas de la población, porque no sólo los pobres roban a los ricos, justificado en aquella frase infortunada de la alta magistratura presidencial que sentenció “robar por hambre no es delito”, sino que los ladrones tampoco tienen piedad con los de menores recursos a la hora de quitarles algo de lo poco que puedan tener: un par de zapatos, una bicicleta o unos cuantos enseres de la casa.

Tampoco muchos de los funcionarios públicos de altas, medianas o bajas posiciones tienen empacho de solicitar comisiones, sobornar o desviar para sus bolsillos los fondos presupuestados para los organismos en los que ellos ejercen sus cargos.

Sin mayores temores por los procedimientos ilícitos tipificados en las leyes, una administración tras otra erosionan el erario nacional, como un mal endémico arraigado en el comportamiento de muchos de quienes ocupan posiciones para servirse a sí mismos en lugar de para servir a los demás. La corrupción envuelve a la administración pública como una mancha ensombrecida con los malos hábitos adquiridos quién sabe por qué factores atávicos de latrocinios, impunidad y viveza criolla.




Disculpar el robo de quienes se apropian de lo ajeno con el pretexto de que están famélicos, tanto como para no tener ni siquiera fuerzas para ganarse el sustento diario trabajando honradamente, es avalar el delito y fomentar la impunidad, peligrosos componentes del caos social que se forma cuando la propiedad no se respeta. Es también una manera de aceptar el desempleo por la falta de productividad del país, puesto que si hay que salir a robar en lugar de laborar, es porque están agotados los puestos de trabajo y la economía está estancada.

Hay delitos mayores o menores según la cuantía de los hechos, pero la transgresión de la ley en cualquiera de sus formas debe ser penalizada en proporción ajustada a la violación de la legalidad. El robo es corrupción, grande o pequeña, basada en los daños materiales que se ocasionan, pero cuando se convierte en una costumbre inveterada en la sociedad en la que ocurren hurtos frecuentemente, sin la aplicación de castigos ejemplarizantes para quienes los cometan, se está frente a una situación de descomposición social, o de falta de moral pública, preocupante por la inseguridad que representa para los ciudadanos en conjunto y por el desfalco de los bienes colectivos en detrimento de todos.

En las urbanizaciones los vecinos han tenido que recurrir al cierre de las calles, pagando entre todos la vigilancia privada, por el temor de dejar las casas solas a merced de los ladrones acostumbrados a violentar puertas y ventanas para sustraer todo lo de valor que puedan encontrar, generalmente equipos electrónicos, dinero en efectivo y joyas. En los barrios y urbanizaciones populares, los hurtos son también frecuentes, expuestas las familias a perder lo más valioso de cuanto con mucho esfuerzo lograron adquirir. Cuando ocurren accidentes automovilísticos en las autopistas o carreteras, los ladrones acuden prestos a saquear todo cuanto puedan encontrar, e igual ocurre en los siniestros de edificaciones, sin mostrar la más mínima piedad con las víctimas.

El robo del material quirúrgico, de medicinas y equipos en los hospitales es igualmente común, reportándose casos en los que las sospechas recaen en el personal interno, o en los visitantes, teniendo que someter a esos centros a una permanente vigilancia. El personal doméstico, contratado para ir y venir en casas particulares, roba a menudo artículos pertenecientes a los miembros de las familias en las que trabajan, viéndose ésas obligadas a despedirlos cuando son descubiertos in infraganti.

Los robos de vehículos son tan comunes, que han surgido montones de desempleados dispuestos a vigilarlos apenas se estaciona uno en cualquier lugar de la calle, lo que generalmente se acepta por un monto insignificante, sin estar uno seguro de la efectividad de esa vigilancia.

El hurto de los cables, postes y transformadores de las empresas eléctricas, unido a las tomas ilegales de energía por parte de quienes levantan sus viviendas improvisadas en terrenos invadidos significa cuantiosas pérdidas económicas para esos proveedores de luz, reportadas anualmente en millones de bolívares que dejan de invertirse en mejorar los sistemas. Pero el descaro mayor está en las invasiones de tierras particulares que activa el Instituto Nacional de Tierras nombrado por el gobierno actual y que para acabar con el latifundio, creando con ello un estado de inseguridad jurídica preocupante para la paz social.

A lo largo de nuestra historia republicana, el mal ejemplo que han dado algunos de nuestros gobernantes ha dado lugar a resquebrajar la moral pública, afianzando incluso el concepto de que ser honesto es ser tonto y de que al llegar a algún cargo de importancia hay que saber aprovecharlo en beneficio propio.

Robaron los federales, robaron los andinos, robaron los militares y civiles en los tiempos de la dictadura y robaron los demócratas que los sucedieron y actualmente roban los chavistas amparados por el jefe máximo de la revolución. No más llegar al gobierno, se sienten los dueños del país, borrando las distancias entre el patrimonio público y el particular.

Robar con perdón es un delito sin sanción, es la impunidad llevada al extremo de dejar pasar la corrupción hasta penetrar las fisuras de la sociedad.

El Siglo, 06-08-2005

El Carabobeño, 10-08-2005

25 junio 2005

El compromiso con Valencia



Celebramos el nombramiento de Alfredo Fermín como Miembro Honorario de la Academia de la Historia del Estado Carabobo, por su dedicación a preservar el patrimonio histórico cultural de nuestra ciudad, manifestando siempre una preocupación que va más allá de la simple nota periodística, para convertirse en una voz de alerta de los daños que sufren los valores culturales ubicados en sitios fundamentales de esta capital.

Desde su columna dominical en el diario El Carabobeño, Hoy y Después en Valencia, Alfredo Fermín sostiene una tenaz defensa del conjunto de bienes patrimoniales que en siglos de historia patria ha atesorado nuestra ciudad y que son muchos, tantos como los distinguidos hombres y mujeres que han jugado un papel importante en el devenir regional y nacional, legándonos obras significativas que enriquecen la tradición de Valencia como ciudad culta de raigambre histórica.

Los cuadros del pintor Antonio Herrera Toro que están en la Catedral de Valencia, la iglesia en sí, el plafond del Teatro Municipal, también pintado magistralmente por el referido artista, y el propio Teatro, cuya fundación preside Alfredo; el cuadro El Libertador y otros más de nuestro admirado Arturo Michelena, el Museo de las Esculturas al Aire Libre “Andrés Pérez Mujica”, el Ateneo de Valencia y su Salón de Artes Visuales, la plaza Bolívar y el Monolito, el centro colonial con sus calles y casas de la época, las casonas antiguas, los símbolos patrios, las estatuas en los parques y las plazas, el Parque “Negra Hipólita”, con los vitrales del escultor Roque Benavides, y todo cuanto signifique el acervo patrimonial de Valencia que ha estado o está en riesgo de perderse, son objeto de sus comentarios oportunos para que los organismos competentes los preserven y para que la ciudadanía tome conciencia de sus bienes colectivos, presionando con las palabras precisas del comunicador social que no se limita a informar, sino que toma partido por lo que dice, manifestando un respeto profundo por la tradición cultural de esta ciudad.

Como periodista acucioso, él recorre diariamente las calles de Valencia, asiste a los actos que tiene que cubrir, entabla conversaciones y hace preguntas para buscar información, entra en los lugares públicos y observa con detenimiento en qué estado se encuentran los bienes patrimoniales, para después volcar su opinión en esa columna dominical que se ha convertido para los lectores de El Carabobeño en una referencia importante, por lo atinado del juicio personal que conoce bien los temas que comenta.

Como reportero, Alfredo no se conforma con sólo dar las noticias, sino que busca que el público también participe a través de las encuestas que hace cuando hay asuntos de interés general, lo que da lugar al debate de las ideas y al ejercicio de la libre expresión, manteniendo por varios días en la palestra noticiosa asuntos relevantes del acontecer valenciano que de otra manera quedarían silenciados, asimilados en su contenido, pero, al no haber un seguimiento de las denuncias, ésas pronto se olvidan, dando lugar a la indiferencia colectiva. Su estilo periodístico es un acicate para que se produzca una reacción positiva en torno a la importancia de preservar el conjunto de bienes patrimoniales de Valencia.

Son 28 años de Alfredo con su columna semanal, imponiéndose la responsabilidad, como él mismo escribió recientemente, de “estar pendiente de la ciudad, para protestar la mayoría de las veces o para expresar gratitud cuando se toman en cuenta nuestras preocupaciones, que son muchas por la indiferencia o indolencia ante el patrimonio artístico y cultural”. Tarea ésa que es reconocida por quienes saben apreciar esos valores y a quienes sí les duele la ciudad, aunque se sientan de manos atadas porque no saben qué hacer para que los gobiernos los conserven, aplicando la Ley de Patrimonio Histórico Cultural, pero oficio periodístico que tiene que ser valiente para decir verdades que a todos no les gusta escuchar, y tiene que tener coraje para denunciar el poco respeto que muestran algunas de nuestras autoridades por los símbolos patrios, invocándolos cuando les conviene para su propio beneficio.

El compromiso de Alfredo es con la ciudad que él adoptó como propia y a la que quiere como a su lar nativo. Desde su nuevo sitial académico, la voz de Alfredo va a resonar con más fuerza, para que nos mantengamos vigilantes del acervo patrimonial que nos pertenece por herencia y por derecho.

El Carabobeño, 25-06-2005

02 junio 2005

La manipulación de la pobreza



Se evidencia el desorden administrativo del Estado venezolano en el crecimiento de la pobreza, palpable a simple vista en contraposición con la inmensa riqueza petrolera que reciben diariamente las arcas públicas, sin que se vea un crecimiento sostenido del progreso social equitativo. Se ve más bien una marginalidad creciente y un deterioro progresivo que pareciera hundirnos cada día más en el tercermundismo, desviándonos de la ruta de países en vías de desarrollo para encaminarnos por la fracasada doctrina del atraso y de la dependencia, con la nueva denominación del Socialismo del Siglo XXI.

Nunca antes se había visto tanta mendicidad ni tantos tarantines improvisados para el comercio informal. Han aumentado los buhoneros, los niños de la calle, los oficios a destajo que ejercen entre otros los cuidadores de carros estacionados en las aceras y los que limpian parabrisas, los vendedores ambulantes y las madres menesterosas a pie en los semáforos, con los hijos a cuestas, pidiendo limosna. Han proliferado los ranchos en tanto el gobierno revolucionario, con un lenguaje destemplado, aúpa las invasiones y el aprovechamiento indebido de la propiedad privada, obligando a los afectados a resolver los litigios en los tribunales.

Las cifras de la pobreza están en los índices estadísticos, que son fríos, precisos, matemáticos. El 60% de la población continúa en estado de depauperación. El 50% de la clase trabajadora ejerce el comercio informal. Venezuela es el tercer país del continente hispanoamericano en donde hay más corrupción. La inflación real está por el orden del 65%. La realidad económico-social se refleja en esas cifras de una manera irrefutable, con tan sólo pasear la mirada por el interior de las ciudades y pueblos de la geografía nacional.

La mayor parte de las veces, esa inmensa masa poblacional que vive en condiciones de mínima subsistencia ha improvisado sus viviendas en terrenos públicos o privados que no ha tenido que comprar, sino que se los ha apropiado por su cuenta. No paga luz, ni agua, ni ninguna otra clase de servicios y, sin embargo, no logra salir de la miseria, presentándose en el país una situación compleja que hace que la clase media, que sí tiene que cumplir con todas esas obligaciones, sea la más perjudicada, puesto que el desorden administrativo, la corrupción y el populismo propulsan la inflación y, por consiguiente, el empobrecimiento colectivo.

Paradójicamente, el Estado dadivoso reparte las riquezas sin orden ni control, sacando el dinero a la calle para repartirlo en becas, misiones, desarrollos endógenos y expropiaciones, de las que se aprovechan los más vivos que saben muy bien ubicarse bajo la sombra del poder, pero no hay una planificación concertada en función del desarrollo. La pobreza sirve como pretexto para utilizar los ingresos extraordinarios de la industria petrolera, los intereses acumulados del Banco Central y ahora el presidente Chávez pide a la Asamblea Nacional aprobar una legislación especial para poder disponer de los excedentes de las reservas internacionales de Venezuela, para inyectárselos a los planes sociales, traer maquinaria agrícola y continuar con la política de las importaciones, en tanto cae la producción nacional y a las empresas venezolanas se les dificulta la adquisición de divisas.

El discurso enardecido del presidente Chávez de que “los 28.000 millones de dólares que tiene Venezuela en reservas internacionales es demasiado dinero para tenerlo guardado en los bancos del Norte” es otro de sus ataques a Estados Unidos y al capitalismo, que se ha convertido en el foco de su política exterior, tal como lo hace su mentor Fidel Castro que, pregonando durante 45 años de revolución comunista el odio al capitalismo, sumió al pueblo cubano en la miseria, con el control económico de los bienes de producción en manos del Estado y la manipulación de la pobreza en oposición a la riqueza.

Ante la insistencia desmedida de solicitar el uso discrecional de las reservas económicas que posee la Nación, el directivo del Banco Central, Domingo Maza Zavala, manifestó “estar muy preocupado por no haber un uso claro y preciso de lo que fuera de la administración ordinaria pudiera utilizarse”, solicitando a su vez que “se debe crear una ley para que el excedente de los ingresos de las divisas petroleras se destine a un fondo perfectamente regulado, en el cual se indique con claridad la fuente de los recursos y su aplicación”.

Nos preguntamos por qué si en Venezuela ha entrado tanto dinero en los últimos años, en los de la IV República y en los de la V, seguimos con tanta pobreza y marginalidad, pareciendo acentuarse bajo el nuevo esquema del Socialismo del Siglo XXI, o de la Revolución Bolivariana, como es su denominación original. Populismo, Socialismo, Comunismo, la denominación es lo de menos, pero los resultados están allí a la vista de todos, respaldados por las cifras estadísticas que no mienten, porque son frías, precisas, matemáticas.

El Siglo, 17-05-2005

El Carabobeño, 02-06-2005

23 abril 2005

La modernización de Valencia



En sus 450 años de fundada, la historia de Valencia está aún por escribirse. Ciudad preclara en el nacimiento de la República, es reconocida nacionalmente por su zona industrial que se formó en los albores de la democracia, cuando las sucesivas directivas del concejo municipal de la década de los 60 pusieron todo el empeño por sustentar las bases del desarrollo empresarial que, desde principios del siglo pasado, ya comenzaba a fortalecerse.

Ese auge industrial fue paralelo a un crecimiento demográfico intenso, al expandirse la oferta de puestos de trabajo para ocupar los innumerables cargos de las fábricas establecidas en la zona. Se hizo urgente el pronto incremento urbanístico, cónsono con la modernidad, para estar a la altura de los nuevos tiempos. Es en esta etapa de la historia reciente de Valencia que juega un papel importantísimo el empresario carabobeño Alfredo López Capriles, puesto que se debe a él la construcción de algunas de las principales urbanizaciones de esta ciudad, tales como Prebo, Los Nísperos, Terrazas de Los Nísperos, El Bosque, El Morro I y el Morro II, y la Urb. Comercial e Industrial Castillito, en San Diego, así como el Big Low Center, entre otras.

Para conocer de viva voz algo de todos esos desarrollos urbanísticos, convencida de que la mejor historia es la que narra el propio protagonista y que es tan importante en esta fecha aniversaria ahondar más en las realizaciones de quienes han hecho de esta hermosa urbe valenciana un lugar tan atrayente para propios y extraños, le pedí que me contara personalmente, de una manera muy sucinta, cómo contribuyó él con el nuevo urbanismo de Valencia. Sin alardear y sólo por mi insistencia en refrescar la historia reciente en un aspecto tan fundamental, se prestó a la conversación, dejando a un lado momentáneamente su apretada agenda de trabajo.

Es indudable que la base del progreso industrial y demográfico de Valencia se debe en parte a su excelente ubicación geográfica, cerca de la capital de la República y de Puerto Cabello, con una red de comunicaciones que facilita la entrada hacia los estados del interior y abundantes recursos naturales, como los que provee el Lago de Valencia y sus afluentes. Favorecieron también ese progreso el haberse asentado aquí desde hace más de un siglo algunas familias con acentuada vocación empresarial, tales como los Stelling, que hicieron posible la instalación de la electricidad, siendo Valencia la primera ciudad de América Latina en tener ese servicio, los Branger, los Degwitz y un señor llamado Francisco de Sales Pérez, iniciadores unos y otros del transporte público, los telares, las fábricas de aceite, tenerías y variadas manufacturas.

Lo que le ha dado a Valencia impulso industrial ha sido la iniciativa privada. Aquí nació Fedecámaras en la década de los años ‘40, -nos dice nuestro interlocutor. Mi padre, Temístocles López, fue fundador y primer presidente de la Unión de Industriales de Valencia, de cuyo seno nació la Federación de Cámaras y Comercio, dando origen a Fedecámaras. Más adelante, en los años ‘60, la creación de Funval como organismo municipal, pero con la libertad de hacer negocios y el Concejo Municipal al trazar la Zona Industrial aplicaron una política de exoneración de impuestos e incentivos económicos a las empresas nacionales y extranjeras que se instalaran aquí.

Al caer Pérez Jiménez se produjo un marasmo económico que duró unos 10 años. La moneda se devaluó y se produjeron desórdenes tipo invasiones. Es cuando le invaden los terrenos en los que se encontraba la Tenería López, Miller y Cía. que él decide urbanizar, dando entonces nacimiento a la Urb. Los Nísperos, Ahí siguió con Terrazas de Los Nísperos y luego con Prebo, en terrenos que eran de los López Capriles y de los Stelling. Esta urbanización tuvo mucho éxito, porque era la época del petróleo caro, a 35 dólares el barril, por lo que había dinero en la población

y se vendió sobre plano, con capital privado, sin mucho crédito bancario. Construyó el parque de Prebo, en donde está hoy la Galería Braulio Salazar, contratando a 2 arquitectos paisajistas brasileños de fama mundial, Stoddard y Tabora, para que lo diseñaran.

Después de Prebo, compró los terrenos de El Bosque y los desarrolló. Más adelante, le compró al Banco Consolidado los terrenos de San Diego, que para entonces era un valle bucólico. Desarrolló el Morro I y el Morro II, donde se construyeron 2.000 viviendas amplias y cómodas, de 110 mts, e hizo todo el urbanismo. A partir de ahí se interesaron otros urbanistas y desarrollaron La Esmeralda y él desarrolló Yuma y construyó unas 300 casas y el colector marginal de cloacas, planteándole al INOS que hiciera el acueducto y el conductor de cloacas para todo el valle de San Diego. Esos desarrollos dieron motivo a que el Ministerio de Transporte y Comunicaciones construyera el alimentador Valencia-San Diego, avenida que entronca con Yagua y Vigirima, todo eso con el empuje empresarial que caracteriza a este emprendedor valenciano.

Al terminar la parte residencial compró la Hacienda Castillito, de donde nació la urbanización comercio e industria del mismo nombre. En sociedad, construyó también el Big Low Center. Posteriormente, compró dos posesiones más, La Unión y Los Guayitos, desarrollando la primera como urbanismo informal. La línea del ferrocarril de San Diego pasa por Los Guayitos. Alfredo López Capriles sigue adelante con nuevos proyectos. El aporte que le ha dado a Valencia en desarrollos urbanísticos y en la modernización de la ciudad es inconmensurable, pero él no quiere reconocimientos ni mucho menos publicidad. Con la mayor austeridad y sencillez, continúa trabajando, dejándose llevar por su vocación empresarial, como la de esas familias pioneras que forjaron el progreso de la capital carabobeña.

El Carabobeño, 23-04-2005

14 marzo 2005

Incluyen a unos, excluyen a otros



La persecución política contra la oposición se acentúa cada vez más, como si quienes disienten del régimen no fueran también pueblo, merecedores de ser incluidos en los supuestos beneficios sociales que buscan lograr la equidad, sin tener que recurrir al carnet del partido para conseguir favores, tal como se hacía en la vilipendiada IV República, errores que la V no quiere que se repitan, a decir de los voceros del Gobierno. Si la inclusión social es una de las metas de las que más se vanagloria, ésa debería ser igual para todos, porque lo contrario es establecer diferencias que incluyen a unos pero excluyen a otros.

Tratando de callar a la disidencia política, se trata de instituir una sociedad homogénea en la que todos piensen igual, sometidos a una sola voz, en la que los ciudadanos se encuentren cohibidos o temerosos de expresar su opinión en los asuntos que conciernen a la generalidad de los venezolanos. Y no solamente amedrentándolos para que no expresen su opinión, con leyes como la de Responsabilidad Social de los medios de comunicación, o el Código Penal, sino limitando sus acciones, tales como las manifestaciones de protesta, las huelgas o los paros cívicos, que se dan en todos los países democráticos del mundo.

Vemos con preocupación cómo se está tratando de formar una sociedad de adversarios del régimen, tal como si quienes son contrarios a las políticas oficiales fueran enemigos de la patria, individuos objeto de toda sospecha, imputados por delitos de rebelión civil o militar, opuestos a los aliados al gobierno revolucionario que, si bien proclama que “Venezuela ahora es de todos”, pretende someterlos a la absoluta incondicionalidad para poder gozar del status de buen ciudadano.

La tendencia es formar una clase acomodaticia que no busque meterse en problemas, que, estando o no de acuerdo con la manera de conducir el Estado, opte por no opinar y trate incluso de arrimarse hacia el lado dominante para conseguir algo de los beneficios. Es la forma característica del autoritarismo, que vemos repetirse cada vez que se persigue a algún periodista, a algún líder de la oposición o a algún militar que se atrevió a sumarse a las protestas de la sociedad civil pidiendo una salida electoral. Si bien notamos que muchos ya están en esa onda de acomodo, otros siguen luchando por mantener las libertades públicas y los derechos ciudadanos. Por eso se les encarcela y se les imputan delitos fabricados con un alto componente político y una justicia parcializada. Los casos aumentan a medida que el Gobierno afianza su poder.

Los ex directores de la Policía Metropolitana Henry Vivas y Lázaro Forero, funcionarios que ejercieron una importante labor pública en defensa de la seguridad de los manifestantes de la ciudad de Caracas, llevan ya tres meses detenidos, imputándoles de la manera más injusta los delitos de homicidio calificado en grado de autoría intelectual y lesiones en perjuicio de víctimas del 11 de abril de 2002. Se abrió un juicio también sobre Iván Simonovis, ex secretario de Seguridad Ciudadana de la Alcaldía Mayor de Caracas, y ocho policías metropolitanos, señalándolos como autores materiales de algunos homicidios de la llamada “masacre de El Silencio”. Hasta el presente, ninguno de esos cargos se ha podido comprobar.

Durante una persecución policial, tras la muerte del fiscal Danilo Anderson, matan al abogado Antonio López Castillo y detienen a sus padres, la ex senadora Haydée Castillo y Antonio López. La detención del ex presidente de la CTV Carlos Ortega, culpándolo de instigación a delinquir y de rebelión civil por haber liderado, en abierta lucha contra el Gobierno por los derechos democráticos, el paro cívico de la oposición de Dic. 2002 hasta Feb. 2003. Ortega había ganado en buena lid las elecciones sindicales de la CTV nacional en el año 2001, lo que el Gobierno nunca le reconoció.

Se criminaliza a la disidencia y los periodistas que se atreven a revelar informaciones que incomodan al Gobierno son imputados y se les abren expedientes en los tribunales. Napoleón Bravo es acusado del delito de instigación al odio por cierta referencia que hizo a la violación de los derechos humanos en su programa 24 Horas. Las periodistas Patricia Poleo e Ibéyise Pacheco han sido también imputadas por denunciar casos que el Gobierno niega. Se cita al ex gobernador del estado Miranda Enrique Mendoza por el cierre del canal 8 de televisión en abril de 2002. Se condena a prisión al abogado constitucionalista Tulio Álvarez por haber denunciado la malversación de fondos de un diputado oficialista en la Asamblea Nacional. Varios de los militares que manifestaron en la Plaza Altamira han sido también detenidos y otros son buscados para privarlos de libertad.

-El único camino que le queda a la oposición es la resistencia y la defensa de los derechos políticos. Hace falta movilización y compromiso de la gente, dijo el abogado Tulio Álvarez al venir a Valencia para fundar el partido político Federación Verdad Venezuela. Un país en el que todos estén incluidos, pluralista, democrático y con pleno ejercicio de las libertades públicas. Ése es el país por el que tendremos que luchar.

El Carabobeño, 13-03-2005

El Siglo, 14-03-2005

05 febrero 2005

La Invasión de la Ranchería



En poco menos de un mes, los terrenos desocupados se llenaron de ranchos, afeando el paisaje, degradando el ambiente y mostrando la imagen depauperada de la miseria social.  Es difícil creer que los venezolanos de menores recursos prefieran vivir en ranchos que en casas,  pero si eso es lo que les ofrece el gobierno a costa de apropiarse de terrenos que no les pertenecen, se instalan en ellos con la esperanza de que algún día les construirán viviendas decentes, con todos los servicios básicos para vivir dignamente.

Tener un techo propio es una de las aspiraciones fundamentales de todo ser humano, pero en Venezuela hay un déficit de 2 millones de viviendas y  muchos empresarios de la construcción están dispuestos a invertir su capital en desarrollos habitacionales, si les ofrecen reglas de juego claras para iniciarlos, en conjunto con el Estado.  Lejos de eso, el gobierno lo que ha hecho es aprobar nuevas leyes y decretos entorpecedores,  que tienen estancado el desarrollo de nuevos proyectos.  Una de ellas  es la ley de tierras, cuyos resultados desastrosos hemos visto en los últimos días con el caos generado por las invasiones, a las que el gobierno responde con su acostumbrada demagogia, ofreciendo soluciones que hasta que no se concreten van a mantener la zozobra en la población.

Los decretos zamoranos, que comenzaron en el estado Cojedes bajo las órdenes del gobernador Johniy Yánez Rangel  con el visto bueno del gobierno central,  sembraron el desorden de la tenencia de la tierra, pasando por encima de la titularidad, de la productividad y de los planes habitacionales con proyección de futuro.  Con las invasiones, la proliferación de los ranchos y el desplazamiento de grandes masas de población no se hizo esperar.  Láminas de zinc, tablas y palos sirven para levantar una vivienda de un día para otro,  para lo cual hay que deforestar los terrenos en donde éstas se van a asentar, lo que degrada el ambiente y disminuye los recursos renovables y no renovables.  El estado Carabobo no fue ajeno a esta situación irregular, reportándose la cifra de 5 mil hectáreas invadidas hasta la fecha.

Leyendo sobre estos casos, que tienen conmocionada a la opinión pública y han llenado las páginas de los periódicos con fotografías e informaciones en las que se señala la angustia de los vecinos cuyos terrenos adyacentes han sido invadidos,  que ven amenazada su seguridad,  al ver levantarse de la noche a la mañana  rancherías con personas  venidas de otras regiones, cuya procedencia e identidad  desconocen, veo unas declaraciones, ofrecidas en este mismo diario, del presidente de la Cámara Inmobiliaria del estado Carabobo, Aníbal Gómez Agudelo, quien sostiene que la aprobación de nuevas leyes y decretos emitidos recientemente ha paralizado el desarrollo de nuevas inversiones, originando retrasos en el sector construcción e inmobiliario, debido a los trámites engorrosos para poder obtener un crédito, que ahora va a estar controlado por el Banco Nacional de Ahorro y Préstamo, por el Consejo Nacional de la Vivienda y por el Banco Central de Venezuela.

Sostiene el Sr. Gómez Agudelo que está prevista la creación de una especie de Mercal para el sector construcción y que en los planes gubernamentales se ha excluido la participación de ingenieros, arquitectos y de otros profesionales entendidos en la materia, con experiencia en el ramo de la construcción..  Sabemos que el  Estado venezolano es lento y engorroso para cualquier tipo de trámites, como también sabemos que la exclusión del sector privado en la economía genera estancamiento, así es que no vislumbramos que esos terrenos invadidos puedan ser desocupados pronto para devolverlos a sus legítimos propietarios, pues el gobierno mantendrá la esperanza de que en ellos van a ejecutar  conjuntos habitacionales,  pero éstos se retrasarán.

Por otra parte, la lucha contra el latifundio, que es el pretexto de la ley de tierras para que el  Estado esté autorizado a apoderarse de tierras privadas, con el pretexto de que están ociosas, lo que hace es producir más pobreza y caos social,  al mejor estilo de las revoluciones agrarias del siglo pasado, prácticamente todas fracasadas en el intento de mejorar la productividad de los campos y

de crear riqueza.  El campo necesita seguridad personal y jurídica, asistencia técnica, créditos, subsidios,  penetración de  carreteras y vías de acceso para la colocación de las cosechas y otras

facilidades que el Estado venezolano no está en capacidad de dar a corto plazo. La escasez alimentaria se agravará y el costo de los alimentos va a elevarse y eso ya lo estamos viendo con la escasez que hay de la leche y con el alto precio de la carne, entre los artículos alimentarios más necesarios para una buena nutrición.

Las invasiones son actos injustos de ambos lados, tanto para los que ven invadidas sus parcelas

como para quienes pasan a ocuparlas, puesto que los primeros sienten el temor de perder sus

propiedades por efecto de quienes se apoderan de ellas ilegalmente y los últimos saben que esos lotes

de tierra no les pertenecen, por lo que pueden ser expulsados de ellos en cualquier momento.  Esto produce una sensación de inestabilidad social y de desajuste sicológico, lo que no es nada bueno para la paz social.

El Carabobeño, 05-02-2005

22 enero 2005

“El libro de las preguntas”



Todo, absolutamente todo de lo que nos rodea tiene sus leyes. No es un azar la razón de por qué los seres y las cosas están en su lugar, qué las hizo cambiar o evolucionar. La vida es una continua transformación, no sólo en nuestro planeta tierra sino en todo el universo, en el que somos apenas una infinitesimal parte, menos que un minúsculo grano de arena disgregada de las rocas.

El pensamiento anda también dentro de cada uno de nosotros, liviano, con ideas que van y vienen traspasando las fronteras de la mente, como si no pertenecieran a nadie en particular para que cada quien las haga suyas, dejándolas en libertad para que unos las interioricen tratando de buscar el significado de las cosas y otros las dejen pasar sin interesarse por aprovechar el don admirable del pensamiento creativo, que es el que se hace preguntas a sí mismo, el que interroga continuamente, el que quiere saber el porqué, puesto que todo tiene una respuesta en ese macrocosmos que no es producto del azar sino del extraordinario mundo de la creación divina.

En las páginas de “El Libro de las Preguntas”, del escritor Guillermo Loreto Mata, quien es profesor de Castellano y Literatura y Miembro Correspondiente de la Academia de la Lengua, podemos leer tantos interrogantes que tendríamos que detenernos en cada uno de ellos para tratar de dar la respuesta que satisfaga nuestro deseo de saber, puesto que aún encontrándola puede estar sujeta a muchas interpretaciones.

Tal es el pensamiento del poeta, del filósofo o del científico tratando de ahondar en los misterios del universo, hallando respuestas alternas que dan, cada una de ellas, paso a nuevos interrogantes. Así se abre el mundo ante nuestros ojos con una inmensa curiosidad intelectual, queriendo conocer desde lo más pequeño, por insignificante que parezca, hasta lo más complejo, inaccesible a nuestro entendimiento, a menos que nos detengamos a profundizar en su conocimiento.

“El Libro de las Preguntas”, de Guillermo Loreto Mata, es novedoso en su concepción, al abrir un nuevo género literario que hace que el lector tenga que detenerse en cada línea para pensar aunque sólo sea un instante, puesto que las preguntas no responde a un orden determinado, sino que pareciera que el autor las hubiera soltado a medida que brotaba de su mente, en la que el mundo que lo rodea es objeto de una curiosidad permanente que quiere transmitir a quienes lo leen. Es un libro para avivar el entendimiento y para ahondar en el conocimiento. Cada pregunta deja volar nuestra imaginación y amplía nuestras inteligencia, nos hace apreciar mucho más los colores, los sonidos, las formas de la naturaleza y los sentimientos.

Guillermo Loreto Mata me obsequió un ejemplar de “El Libro de las Preguntas” impreso en un texto que él ha puesto a circular en las librerías de nuestra ciudad, encuadernado con espiral, sencillo, porque a decir de sus propias palabras, la edición litográfica es sumamente costosa y él quiere llegar a los lectores por los medios de los que actualmente se puede valer. “¿Por qué será que a los escritores se les hace tan difícil editar sus obras?”, me pregunté a mí misma cuando comencé a leerlo. Quise encontrar la respuesta, sin lograrlo, con lo que la primera pregunta: “¿Habrá siempre una respuesta para cada interrogante?” me puso de una vez a pensar.

El Carabobeño, 22-02-2005

14 enero 2005

Un polémico Salón Michelena



La edición número 62 del Salón Michelena no dejó de sorprendernos, si ésa acaso fue la intención del jurado único y de los organizadores que aceptaron y premiaron las obras concursantes: 77 obras de 80 artistas están expuestas desde mediados del mes de noviembre pasado hasta la primera quincena del próximo mes de marzo para que el público tenga el tiempo suficiente de apreciarlas, admirarlas y criticarlas, con lo que se da cumplimiento a la principal propuesta del Salón, cual es la de generar reacciones encontradas por parte del público que se acerca a visitar la muestra anual de las principales tendencias del arte contemporáneo hecho en Venezuela.

La confrontación anual por excelencia del país, ganada la distinción por sus 62 años de vida ininterrumpida de alta factura cultural y que, a partir de ahora pasará a ser bienal, es objeto de polémica por parte del público conocedor y de los propios artistas y críticos de arte, tal como lo fue en el pasado, cuando los pintores rechazados formaban una protesta ante las puertas del Ateneo de Valencia, por ser ésta la institución organizadora del evento y llegaban hasta montar salones paralelos de artistas que habían sido dejados fuera de concurso, lo que generaba una gran conmoción en el ámbito artístico regional y nacional. Este año la polémica ha sido más silenciosa, pero persisten los comentarios de quienes están en desacuerdo con las decisiones que prevalecieron en la selección, montaje y premiación de las obras aceptadas. Esa controversia es la que ha mantenido vivo al Salón Michelena y, como tal, debería profundizarse para poner en juego diferentes puntos de vista ante las heterogéneas propuestas plásticas y visuales del arte contemporáneo que se exhibe en las salas del Ateneo.

Los espectadores se preguntan hasta qué punto una video-instalación como la que presentó Nayarí Castillo: “Contemplación. Anotaciones sobre la Pintura”, debe haber sido la merecedora del máximo Premio “Arturo Michelena”, por más explícito que esté el sentido del “mar de la felicidad” delante del cual ondea una bandera roja significativa de la revolución a la cubana que nos tratan de imponer como modelo de sociedad. Ciertamente, desde el punto de vista conceptual, la obra es buena, aunque muy simple en la instalación. En tanto el Premio “Andrés Pérez Mujica”, “Líbranos de toda virtud”, de la ceramista Doménica Aglialoro, con toda su connotación erótica, ha tenido mayor aceptación en cuanto a la coherencia que hay entre las piezas de cerámica trabajadas con detalle y la instalación pormenorizada de cada uno de los componentes.

Es evidente el deslinde entre las expresiones plásticas entendidas en el verdadero sentido del término y estas nuevas maneras de hacer arte valiéndose de medios electromecánicos y digitales, que son los medios modernos indispensables en la sociedad actual. Por otra parte, las tendencias pop, dadaístas, minimalistas y conceptuales han roto las barreras formales de los géneros artísticos, permitiendo el uso de objetos encontrados elevados a la condición artística por el solo deseo de los creadores. La discusión entonces no tendría por qué centrarse en torno a la pintura o a la escultura, sino alrededor de lo visual, en lo que todos los recursos técnicos y estilísticos están a la disposición de los hacedores del arte.

Los trabajos presentados con tela, como los cojines rosados expuestos en la pared, o la madeja de hilos de colores, parecen más propios de exposiciones de artesanías en las que la habilidad manual predomina sobre la disciplina de producir una obra que despierte emoción, tanto en el artista al realizarla, como en los espectadores. La utilización de los materiales blandos, como soportes válidos para exponer una idea, debe dominar los recursos técnicos para atrapar la atención, sin que el desconcierto de ver algo fuera de lugar termine en desencanto. La libertad que tienen los artistas hoy en día para crear es ilimitada, puesto que la mezcla de géneros les permite valerse de cualquier medio para expresarse, pero asimismo corren el riesgo de la dispersión, o del facilismo que simplifica el oficio y limita la acción creadora.

Llaman la atención tantos nombres nuevos entre los participantes y la variedad de técnicas utilizadas, lo cual es saludable para una confrontación que hace de la innovación su principal acierto y del descubrimiento de talentos que saltan a la luz pública su primordial objetivo. Las fotografías expuestas en esta edición son de excelente calidad, entre ellas la de Alexis Pérez Luna, “Sin Título”, produce un efecto cinético a través de una persiana. Así también los escalones con trazos de luz, “7A y 7B piso 7 a pie” de Valentina Álvarez Fabro y el árbol seco, “Sin Título”, de Daniel Rodríguez, tiene brillo y contraste, haciendo que el espectador sienta el verano. La imagen digital s/tela, “Noches Fotónicas de Valencia”, de Rubén Núñez, tiene luminosidad y colorido.

Invasivos los ojos expuestos por Harry Shuster y Gustavo Zajac, que merecieron el Premio “Antonio Edmundo Monsanto”. Tanto espacio adjudicado a una misma obra repetida en todas las salas rompe las reglas del Salón. Otros cuadros de muy pequeño formato ocupan toda una pared, dando una sensación de vacío injustificado. Un Salón que hay que ver para comentar y que, sin duda, refleja las últimas tendencias del arte contemporáneo entendámoslo o no.

El Carabobeño, 14-01-2005